sábado, 19 de enero de 2013

ABRE TUS OJOS

 
 
Siempre suele hablarse de vivir en presencia de Dios, de advertir que él está en todo y actúa en todo. Recuerdo que, de niña, las monjas me alentaban a buscar "recordatorios" de Dios, elementos que me trajeran a Dios al pensamiento...y al corazón, claro. Durante una época fue el sonido de la campana que anunciaba el cambio de clase mi "despertador"; en otro tiempo en que caminaba más por la ciudad, fueron los semáforos...en fin, un "juego" pedagógico importante que no llegaba al fondo de la cuestión. Porque ¿puede ser que yo no viva "en presencia de Dios"?. Si por un instante eso fuera posible, yo no existiría pues en Él somos, nos movemos y existimos, como bien dice San Pablo.
Quizá me absorbe el trabajo, la rutina o la inconsciencia. Pero la verdad más profunda es que siempre estoy bajo la mirada de Dios. Su Luz no deja de darme vida un instante. Pero mis ojos pueden estar abiertos a esa Luz...o cerrados. Resulta tremendamende soberbio pensar que al cerrar mis ojos apago la Luz. O tremendamente infantil, pues hago como esos niños que creen que les basta cerrar los ojos para no ser vistos.
La Luz es libre y soberana. No depende de mis pequeñas decisiones. Aún cuando decida vivir cerrado a la Luz sigo en presencia de la Luz porque la Luz no puede ser apagada.
Pero si cierro los ojos me perderé la maravilla de la vida.
Abre los ojos. Y si alguna vez crees que has perdido de vista a Dios en tu vida...recuerda que él no te pierde de vista ni un sólo instante. Vives porque Él te mira.
Por eso San Juan de la Cruz, que tan bien dominaba el castellano, no hablaba de vivir en presencia de Dios sino de "vivir en advertencia amorosa de Dios".
La realidad es la que es; pero es muy bonito "caer en la cuenta" de que somos mirados con infinito amor por Dios. De que siempre estamos en su presencia.


domingo, 13 de enero de 2013

MANYANET DE LA A...A LA Z...

 
 
F de Familia
Cuando somos jóvenes tenemos muchas palabras. Madurar y hasta envejecer, consiste en irte desnudando de toda palabrería para quedarte con aquella palabra que sintetiza y potencia tu vida. Dios tiene una palabra para cada uno de nosotros y descubrirla puede llevar toda la vida. A veces, por pura gracias, algunas personas la descubren tempranamente. Cuando se ha “oído” se convierte en la palabra motor que mueve toda la existencia y así lo vemos en muchos santos: para Teresa de Lisieux fue “infancia”, para Francisco de Asís “pobreza”, para Ignacio de Loyola “magis”, para Domingo de Guzmán “veritas”, para Teresa de Jesús “oración”, para Carlos de Foucauld “Nazaret”…
Cada santo revela al mundo es “cosa necesaria” que todavía nos falta en nuestro conocimiento de Dios. La vida y obra de Manyanet tiene una única palabra: Familia. La espiritualidad de Manyanet consiste en captar de manera sencilla y profunda el misterio de un Dios que es familia y el realismo de la Encarnación del Hijo de Dios. Desde el momento que toma conciencia de ese don, dedica toda su vida a la propagación de la devoción y culto a la Sagrada Familia. De la contemplación de esta Trinidad de la tierra se deriva su concepción de la familia humana, que tambiéne s hogar, escuela, taller y templo.
Para acercar el mundo a la familia de Nazaret,  
·         Funda dos congregaciones que él definirá como “familias para las familias”.
·         Promueve la erección de un Templo dedicado a la Sagrada Familia.
·         Escribe numerosos libros y opúsculos.
·         Fomenta la devoción a la Sagrada Familia estableciendo “Visitas espirituales a Nazaret” cada miércoles, escribiendo trisagios en su honor etc…
·         Funda la revista “La Sagrada Familia”.
·         Promueve la Visita Domiciliaria de la Sagrada Familia.
·         Deja las bases para el desarrollo de una Tercera Orden constituida por familias cristianas y laicos en general.
Manyanet vive espiritualmente en Nazaret con Jesús, María y José a quienes llama “Nuestros Padres”. Desde allí contempla las familias del mundo que viven – especialmente en la España del s. XIX- un proceso de descristianización y se empeña en acercar la realidad al ideal, en llevar el evangelio de Nazaret a todos los hogares.
Hacer de cada hogar un Nazaret resume su anhelo más profundo. Porque quien es auténtico hijo y testigo veraz es siempre apóstol fecundo.