Entonces Jesús fue llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y llegándose a Él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan. Mas Él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le
pone sobre las almenas del templo, Y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate
abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las
manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito
está además: No tentarás al Señor tu Dios.
Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y le
muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, y dícele: Todo esto te daré,
si postrado me adorares. Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito
está: Al Señor tu Dios adorarás y á Él solo servirás. El diablo entonces le
dejó: y he aquí que los ángeles llegaron y le servían. (Mateo 4,1-11)
El evangelio
de este domingo, el evangelio de las tentaciones, viene a subrayar, de algún
modo, la Encarnación. Porque Dios se hizo hombre con todas las consecuencias y
eso supone, también, la opción entre el bien y el mal. Es imprescindible relacionar
este evangelio con la primera lectura en la que se nos relata la caída de Adán
y Eva. Y lo que queda claro es que es propio de la naturaleza humana vencer la
tentación, como lo hace Jesús el Nuevo Adán, el referente, a partir de ahora,
de la humanidad.
TIEMPO DE ESPÍRITU
Jesús va al
desierto llevado por el Espíritu y esa es la primera lección. El seguidor de
Jesús es siempre persona de Espíritu, persona que haga lo que haga – vivir en
ciudad o en desierto- nunca lo hace sólo sino “llevado por el Espíritu”. Y para
eso hay que escuchar, hacer silencio.
Recordemos que
el número 40 es un número simbólico en la cultura semítica. Significa “una
larga temporada”. El tiempo que Jesús pasa en el desierto – es improbable que
se llevara agenda y calendario- está calcado por el evangelista del tiempo,
cuarenta años, que pasa Israel en el
desierto. Jesús, como Israel, entra en el desierto siendo uno y saldrá siendo
otro. Y eso es lo que debería ser para nosotros la cuaresma, que también toma
el número cuarenta: tiempo de cambio, tiempo de purificación, de
discernimiento, de oración. Tiempo de encuentro con Dios.