sábado, 28 de septiembre de 2013

LÁZAROS DEL MUNDO


                                         DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO


En aquellos días dijo Jesús esta parábola: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros." «Replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento." Díjole Abraham: "Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan." El dijo: "No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán." Le contestó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite."» Lucas 16, 19-31

COMENZAMOS EL CURSO



Los Laicos Nazaret de Güimar hemos comenzado el curso con mucha ilusión. Para este año el tema escogido es el estudio de un evangelio y "Nazaret  hogar, escuela, taller y templo". Esperamos seguir creciendo por dentro y aumentar en número. También tenemos muchas ganas de establecer contacto con los grupos de Latinoamérica. Desde aqui, un abrazo. 

martes, 24 de septiembre de 2013

BUCHES DE DIOS



                                                                 SABER BEBER

Últimamente todos los médicos te prescriben agua. Si tienes la tensión alta, agua; si tienes problemas de riñón, agua; si de hígado, agua; si colesterol, agua; si…,agua. Hemos tardado en descubrir lo sano que es beber y ahora parece que el agua lo cura todo menos los pies planos.

Pero el otro día mi médica afirmó con rotundidad que no sabíamos beber. No que no bebiéramos, sino que bebemos mal. Vaya por Dios. Debió ver mi cara porque aclaró enseguida el concepto: 
-  Hemos aprendido que el cuerpo necesita de dos a tres litros de agua diarios. Pero uno no puede beber tres vasos seguidos. Nos encharcamos y, al final, acabamos aborreciendo ese “tener que beber”. Hay que beber a pequeños buches. Beber aunque no tengamos sed. La sed no tiene nada que ver. Hay que beber para hidratar el cuerpo…

Me dejó pensativa.  De nada sirve ir a misa los domingos, por ejemplo, si en toda la semana no he hidratado el alma con oración. No se trata de estar un día dos horas ante el Sagrario. Se trata de esos pequeños buches diarios que alimentan e hidratan mi corazón. No importa que no tenga ganas, que no tenga sed. Hay que beber pequeños buches de Dios. Ahora todos van con una botella. Tener el agua a mano parece ya imprescindible. ¿Cómo procuro yo tener a Dios “a mano”?
Porque hay que beberlo continuamente.

Para hidratar el corazón.