viernes, 11 de junio de 2010


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, APOYO DE MI FRAGILIDAD



"Con amor eterno te he amado"(Jer 31,2)
El que tenga sed, que venga a mí y beba; el que cree en mí, como dice la Escritura, de sus entrañas (o corazón) manarán ríos de agua viva. (Jn, 7,37-38)

Jesús es el corazón donde nuestra humanidad bebe y se transfigura. En su interioridad hallamos aquello que nuestra propia interioridad anhela.
Pero Él ¿dónde reposó? ¿dónde bebió? ¿dónde descansó su decepción, su dolor? ¿A quién fue?
Una sola palabra da respuesta a ello: Nazaret.
Nazaret fue siempre la fuente insondable en la que Jesús bebió. Allí experimentó de una vez para siempre sentirse amado desde toda la eternidad por el Padre. Allí aprendió a amar hasta el extremo. Allí se encendió, como zarza incandescente, su amor. En Nazaret halló su vocación.
Comprender el corazón de Jesús tiene un camino: descender a Nazaret.

AL CORAZÓN DE JESÚS
De Dios sabemos poco, más bien nada;
pero tenemos ya experimentado
que Dios es un Amor siempre entregado,
total gratuidad no calculada.

El Dios –Amor, esencia eternizada,
en su Hijo Jesús quedó encarnado
y al que luego, en la cruz, dejó clavado:
¡Amor loco de Dios!¡Corazonada!

Corazón de Jesús, tan fuerte y tierno,
corazón tan divino, tan humano,
tan manso, tan humilde y tan fraterno.

Icono del Amor de un Dios cercano,
de un Dios de corazón siempre materno:
¡el Amor que es servicio cotidiano!
(José Luís Martínez)

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