domingo, 17 de marzo de 2013

MADRE Y ADÚLTERA



No se fue. No huyó de Él. Y la vida le cambió.
Esa mujer anónima, conocida sólo por la fea etiqueta de su pecado, adúltera, fue arrastrada con violencia hasta Jesús. Pero en el momento en que todos, comenzando por los más viejos, se fueron, ella, en un estallido de libertad, se quedó:
“Quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante”
Jesús, agachado, no la hubiera retenido si ella, al marchar el último de sus acusadores, hubiera emprendido la carrera. Pero ella es mujer y actúa escuchando su corazón. Aquel hombre no la ha mirado aún pero ya sabe que es su salvador. La gratitud la retiene, sí. Pero no sólo eso. Si yo hubiera estado en lugar de esa mujer también hubiera esperado una mirada…
Y Jesús la mira. Y al mirarla, la embellece. La llama “Mujer”. ¡Como a su madre María!. Su dignidad ha sido restablecida por la mirada de Jesús.
Se adivina cierta sorna en la pregunta de Jesús. ¿Dónde están los que hace un momento armaban tanto alboroto?. A partir de ahí, surge la más bella palabra:
“Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante, no peques más”.
Escribo estas líneas pensando que mañana, nuestro flamante Papa Francisco vive su primer domingo como Papa. Dicen que ha escogido el nombre de Francisco no sólo por su amor a la pobreza y sencillez, sino porque tiene muy presente el mensaje de Dios a Francisco en la ermita de San Damián: “Francisco, repara mi iglesia”
No sé qué dirá el Papa sobre este evangelio. Pero es fácil ver en esta mujer pecadora el vivo reflejo de la Iglesia. Es fácil percibir en esta adúltera la imagen de nuestra madre Iglesia. Salpicada por escándalos y pecados, apedreada por los medios de comunicación, el Señor sigue mirándola con infinita ternura y amor. Y lo único que debe hacer la comunidad cristiana es mirar a su Señor. Y dejarse mirar por Él. También el Papa tendrá que aprender a mirar con ternura cosas, y quizá personas y hechos,  que no le gustarán. Y exhortar sin condenar a la persona.
La Iglesia debe escuchar cada día a Cristo que nos dice “vete y en adelante no peques más” . Que el Espíritu nos ayude a ello. Para que toda la comunidad eclesial pase del adulterio a la plenitud de amor  esponsal.

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