Después que Juan fue entregado,
marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y
Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran
pescadores. Jesús les dijo: «Venid
conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.» Al instante, dejando las redes, le siguieron.
Caminando un poco más adelante, vio
a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca
arreglando las redes; y al instante los
llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se
fueron tras él. (Marcos 1,14.20)
En los inicios de la vida pública, Jesús llama a los que han de ser
sus colaboradores más directos. Han apresado a Juan Bautista y Jesús se retira
a su provincia, la Galilea de los gentiles. Allí comienza a predicar y sus
palabras de hoy resumen lo que glosará durante tres años aproximadamente.
DIOS ESTÁ CERCA. Es tanta la cercanía de Dios que, con frecuencia, no
lo percibimos, no lo vemos. Como no percibimos el aire que nos da vida o la luz
que nos envuelve.
Nos damos cuenta de los objetos y personas que están a cierta
distancia, pero no de aquellas realidades que nos envuelven. Y Jesús nos avisa:
Dios está cerca. Cerca está alguien que viene pero que ya ves; y Dios está
viniendo continuamente a mi vida y, si presto atención, puedo “verlo”. La cercanía
de una persona es algo que valoramos. Son muchos los que alaban al papa
Francisco por ser cercano. Dios es tan cercano a mí que, respetando mi profunda
identidad, es más íntimo a mí que yo mismo.
CONVERTÍOS. El orden en que Jesús dice las cosas es un programa
didáctico. Primero expone la razón, el sentido que justifica el imperativo que
luego vendrá. No al revés. La exhortación a la conversión es una indicación que
cae por su propio peso cuando se ha asimilado la noticia de que Dios está
cerca. Si está cerca, si viene a mí…yo no puedo estar de espaldas. Es preciso
girarse, darse la vuelta y acoger el
abrazo de Dios.
Aquellos que son padres, educadores etc podrían preguntarse si dan
primero el sentido de lo que luego van a pedir. Aunque sea más…lento.
BORDEANDO EL MAR DE GALILEA…
Jesús llama a dos parejas de hermanos. Simón y Andrés, Juan y
Santiago. Los cuatro están en su vida cotidiana, en su rutina. Y en medio de
ella pasa Jesús. Los cuatro tienen los sentidos aguzados, los cuatro son tan receptivos
que no tardan en reconocer la voz de Dios. Un Dios que normalmente se
manifiesta en mi rutina. Sólo cuando no está empapada de Dios, la cotidianeidad
puede resultar un fardo pesado y un sinsentido. Cuando sé descubrir a Dios en
el día a día, la vida es una pasión y una aventura.
SE DEJA PORQUE SE SIGUE. Los pescadores dejaron sus redes y yo debo
dejar también. Pero el acento está en la alegría de seguir y eso hace que
aquello que se deja – familia, país, comodidad…- no sea una carga nostálgica.
Cuando la mirada está en Jesús se deja con alegría todo aquello que obstaculiza
el seguimiento. Dejar por dejar es absurdo.
TEMO AL DIOS QUE PASA. Eso decía San Agustín. Porque Dios pasa cada
día en cada momento y cada día y cada momento es una llamada que no se repite.
Abramos los oídos del alma y limpiemos los ojos con las lágrimas de dolor por
los hermanos que sufren, como dice Francisco. Quizá después de haber llorado
mucho nuestra mirada será limpia y veremos a Dios en todas las cosas.
Llamándonos.
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