Llegan a Cafarnaún. Al
llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de
su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. (Mc 1, 21-28)
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. (Mc 1, 21-28)
Comienza la misión de
Jesús, que ya ha elegido colaboradores. Se ha marchado de Nazaret y, después de
bautizarse y llamar a los primeros discípulos, se instala en Cafarnaún en casa
de Pedro.
LA CASA DE PEDRO es la
primera Iglesia y es Iglesia doméstica. Sede misional de un misionero popular
que hablará de peces, mujeres que amasan y lirios del campo. Son años de gozo:
Jesús vive en familia y, en Galilea, se siente en su casa.
Nuestros hogares, nuestras
comunidades deberían ser para Jesús ese trampolín misional, ese descanso para
Jesús. Y no olvidemos que su presencia sana a la suegra…y yo necesito ser
sanado.
LA SINAGOGA. Es sábado y
todos van a la liturgia sinagogal cuya estructura recoge tan bien la primera
parte de nuestras misas. Y allí Jesús se pone a enseñar. Era normal pedir a un
miembro de la comunidad o un visitante que leyera la Torah y diera su
interpretación. Jesús aprovechará mucho esta circunstancia no predica sólo,
como a veces imaginamos, en los campos y caminos.
EL ASOMBRO de los oyentes
viene de cómo predica Jesús. La autoridad no le viene por los títulos – Él nunca
fue rabino- sino por la experiencia de Dios. Jesús habla como testigo y eso le
da total autoridad. No da recetas, da vivencia. La coletilla de Marcos es
maliciosa: y no como los escribas.
Nos puede pasar a los “expertos”
en evangelización, a los que “por oficio” tienen que hablar de Dios. Que seamos
escribas que hablen desde el conocimiento pero no desde la sabiduría.
EL ESPÍRITU INMUNDO. Un
hombre está poseído. Sorprende que el primero en reconocer a Jesús sea
precisamente el mal. A diferencia de otros evangelistas en Marcos, el primer
milagro narrado es la expulsión del demonio. Porque lo que hay que celebrar es
que Jesús tiene poder sobre el mal y lucha contra él. Y esa es también tarea de
los cristianos en el mundo al que se dirige Marcos – cristianos de Italia que
viven en contacto con el Imperio, los ídolos etc- y en nuestro mundo. Al mal
hay que hacerlo callar. Jesús restituye a las personas a sí mismas. Restituye
su conciencia y su libertad. Y nuestro testimonio de vida cristiana y nuestra
pastoral debe hacer lo mismo: expulsar el mal, dar dignidad a tanta gente que
vive herida, alienada…
DE NUEVO EL ASOMBRO: lo
que suscita la admiración es, por una parte, la misma persona de Jesús, su
hablar con autoridad de testigo. Y por otra su capacidad para luchar contra
todo tipo de mal para salvar a la persona.
Estos dos aspectos
constituyen todo un programa de vida.
Preguntémonos si somos “testigos” y si luchamos contra el mal que nos rodea.
Porque a veces, el mal tiene rostro agradable y seductor…
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