domingo, 17 de febrero de 2013

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

 
Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto, 2 durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.» 4 Jesús le respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.»
5 Llevándole luego a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra 6 y le dijo el diablo: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mí y yo se la doy a quien quiero. 7 Si, pues, me adoras, toda será tuya.» 8 Jesús le respondió: «Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.»
9 Le llevó después a Jerusalén, le puso sobre el alero del Templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; 10 porque está escrito:
A sus ángeles te encomendará
para que te guarden.
11 Y: En sus manos te llevarán
para que no tropiece tu pie en piedra alguna.
»
12 Jesús le respondió: «Está dicho:
No tentarás al Señor tu Dios
13 Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta el tiempo propicio.

Al comentar este texto los Padres de la Iglesia establecen una preciosa comparación entre Adán, por quien entra el pecado, y Cristo que nos redime de él. Adán vive en el paraíso y es expulsado de él. Come del fruto mientras para Cristo el único alimento es la Palabra de Dios. Siguen numerosos paralelismos para dejar claro que Cristo es el nuevo Adán. 
En Cuaresma la liturgia va meditando temas fundamentales para la vida del cristiano, ya que la cuaresma es el camino de los catecúmenos que recibirán el bautismo la noche de Pascua. Hoy nos encontramos con dos temas: el desierto y las tentaciones.
El desierto es, en la Biblia, lugar de encuentro con Dios: allí va Moisés, Elias…y Jesús. Los grandes del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se forjan en la relación íntima con Dios. La experiencia del desierto es que Dios es el único Absoluto. Pero el desierto también es lugar de tentación, ámbito donde la persona es probada. Los enemigo que vive Israel en el desierto son el hambre, la sed…y el cansancio. Jesús será probado en toda su dimensión humana y en este sentido la lectura de hoy es un resumen de lo que vivió Jesús a lo largo de su vida pues fue “probado en todo menos en el pecado”.
La tentación es propia de la naturaleza humana. Hasta ahí estamos todos de acuerdo. Pero Cristo pone de relieve que lo propio de nuestra naturaleza es vencerla. También deja claro que vencemos sobre el mal con la gracia del Espíritu Santo pues sin Él nada podemos. 
Retomando la figura de Adán quiero imaginarme que nuestro primer padre cayó vencido a mitad del camino. No condujo a la humanidad a su fin natural. Y Cristo fue al lugar de la naturaleza caída para, desde allí – ese desierto que es el pecado- conducirnos al Paraíso. “Tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos…”
En realidad y desde ese momento, el Paraíso no es otra cosa que seguir a Cristo, vivir en su dulce compañía.
Al iniciar este camino cuaresmal seamos conscientes de que ya estamos viviendo el Paraíso. Cristo ha derrotado el mal al enfrentarse con él con la Palabra. Alimentemos nuestra alma con la lectura diaria del evangelio. Y seremos llenos de su Espíritu.