Dicen que no
había manera de domar el caballo. Pero Carlomagno lo estuvo observando
atentamente y descubrió que el caballo vivía asustado de su propia sombra. Lo
montó, embridó bien su cabeza de modo que no pudiera agacharla y orientó la cabeza del caballo hacia el sol, impidiéndole
ver su sombra. Según la leyenda en ese momento su padre, Filipo II rey de
Macedonia, exclamó: "Hijo, búscate
un reino que se iguale a tu grandeza, porque Macedonia es pequeña para
ti."
Desde entonces
Bucéfalo sólo se dejaba montar por Alejandro. Y Bucéfalo es, sin duda, el
caballo más famoso de la Antigüedad y uno de los pocos que entraron en la
historia con nombre propio.