sábado, 19 de octubre de 2013

LA BELLEZA DE MURMURAR...COMO ESTORNINOS



Proyectaban este video en un curso de liderazgo. Y yo iba pensando en la Iglesia, en la familia, en la Congregación, en cualquier comunidad humana.
Los estorninos producen, en algunos países del norte, un fenómeno que, por el ruido que emiten, ha sido bautizado con el nombre de murmuración o murmullo. Vuelan en inmensas bandadas, dibujando espectaculares imágenes en el cielo. Creo que, de ellos, podemos aprender varias lecciones:

No hay un líder, hay varios y, lo más importante, permanecen ocultos. Nuestros ojos no pueden diferenciar un estornino de otro pero la ciencia nos dice que los más débiles están en el interior, protegidos pero activos, vivos, participantes. Los fuertes, que son muchos, circundan toda la bandada. ¿Cuida nuestra sociedad del más débil?

jueves, 17 de octubre de 2013

TANTAS VIUDAS SIGUEN LLAMANDO...


                 DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO 

Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse. Les dijo: “Había en un pueblo un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.  Y en el mismo pueblo vivía también una viuda, que tenía planteado un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario.  Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero finalmente pensó: ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres.  Sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.’
El Señor añadió: “Pues bien, si esto es lo que dijo aquel mal juez,  ¿cómo Dios no va a hacer justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Os digo que les hará justicia sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?” (Lc 18,1-8)

TEMA

El tema indudable de este fragmento es la insistencia en la oración. El seguidor de Jesús no es aquel que ora “de pascuas a ramos” sino el que mantiene una conversación interna constante con su Señor. Este es un evangelio esperanzador y optimista porque viene a dejarnos muy claro que, aunque el mal existe, acaba triunfando la bondad insistente.

martes, 15 de octubre de 2013

JESÚS APRENDE (II)


DE LA MUJER CANANEA... (Mc 7,24-30)


Jesús cruzó las fronteras de Israel en contadas ocasiones. Parece tener claro que ha sido enviado al pueblo elegido y, básicamente, es él el destinatario de su obra y su predicación.
Pero Marcos nos relata el momento en que Jesús, al decir de Mariola López, “ensanchó horizontes”.  A Jesús le precedía ya la fama e intenta pasar desapercibido en esa excursión a Tiro. Pero una mujer, urgida por el amor a su hija enferma, le acecha. Y tan pronto Jesús sale de la casa, la mujer se postra, suplicante, a sus pies.
Jesús, en un primer momento, rechaza la petición: “Me debo a los hijos, al pueblo elegido. No está bien que alimente a los perrillos con el pan que es de los hijos”.
La mujer no acusa el golpe. Porque Jesús no debió decir perrillos, ni cachorros, sino “goyim”, perros, que es como los judíos designaban peyorativamente a los paganos.
Esta mujer es atrevida e inteligente, audaz, osada hasta los límites. Tiene la “parresía” – el atrevimiento- que nos permite a los cristianos rezar el padrenuestro. Acepta las palabras de Jesús sobre ella y no las discute (primera lección: no discutir con Jesús) pero presupone que el banquete de los hijos, el festín mesiánico es tan abundante que habrá para todos. No enmienda la plana a Jesús pero le obliga a ir más allá.  Su humildad y valentía y, sobre todo, su fe, hacen caer en la cuenta a Jesús que también los paganos están llamados al banquete. Su predicación y su obra son para todos – aun cuando se reconozca la primacía de Israel- porque en la mesa del Padre caben todos. La misión de Jesús acaba de alcanzar su justa medida: la no-medida.
No sé porqué, me viene a la memoria las numerosas críticas que recibieron los famosos tres tenores. Alfredo Kraus, Plácido Domingo y Josep Carreras se empeñaron en ofrecer ópera al pueblo. Ellos mismos dudaron pero les pudo la pasión y el amor. Los entendidos, la gente culta, fue demoledora: para disfrutar con la ópera, para “entenderla” hacía falta una seria formación musical. Tan seria que sólo una élite de elegidos la poseía; esa élite que llenaba los liceos y palacios de la música y que, desde  luego, no eran del pueblo. Tuvieron que rendirse – algunos aún no lo han hecho y siguen hablando de la traición que los tres han realizado a la ópera- a la evidencia: los tres tenores entusiasmaron al pueblo con las mejores piezas de ópera.
Quizá de manera irreverente pienso que al principio Jesús vive su misión desde  la sacralidad del pueblo de Israel. Pero esta mujer rompe sus prejuicios y le enseña que la ópera es para todos. En todo caso “sólo” primero para Israel pero el banquete también alcanza para los paganos.
Jesús acepta sus palabras y le reconoce la autoridad, nacida del amor, para “corregirlo”:
“Por haber hablado así, vete, el demonio ha salido de tu hija” (7,29)
Confrontado con la sabiduría de una mujer humilde, Jesús acaba d ensanchar el horizonte de su misión.

Y el milagro se produce. En la niña enferma…y en Jesús.