viernes, 13 de septiembre de 2013

SEMBRAR OPTIMISMO


Hay alguien que, en Tenerife, siembra el bien. Con una frase. Pero una frase que, de noche, planta en su terreno para que al día siguiente centenares de automovilistas sonrían al leerla y vayan de mejor ánimo a su trabajo a pesar de soportar las largas colas de la carretera de la Orotava.
En el km 32 Anoniman deja sus mensajes. Son frases cortas que tiene enjundia, contenido. A veces con un toque de humor, de poesía…a veces son frases más largas y nos intriga hasta que no las completa.

Sus mensajes se comentan, se guasapean, se cuelgan en Facebook y se tuitean. Al final, sin salir del anonimato, Anoniman ha creado su blog – frasesanonimas- donde recoge sus ya más de 500 mensajes.




Y es que lleva años haciéndolo. De noche, cada cierto tiempo – una semana…dos…- cambia la frase. Hay gente que no cambia la ruta, pesada y densa, para no perderse la frase. Hay gente que las colecciona. Y muchos, muchísimos, las comentamos.
Anoniman se ha convertido para mí en un referente de lo que se puede hacer cuando se quiere hacer algo. De esta persona admiro su capacidad para darnos lo que necesitamos tanto: una palabra de humor o ánimo al comenzar el día, un poco de poesía, una sonrisa…algo inmaterial pero esencial. Anoniman sabe leer corazones y crear respuestas. Porque es creativo. En su tierra no sólo crecen frutos sino sonrisas. De Anoniman admiro la constancia, porque ya son muchos años los que lleva montando de noche sus mensajes.


Pero Anoniman es un ejemplo de gratuidad. Ahora le llega algo de fama – y sigue sin dar el nombre aunque los lugareños saben, por supuesto, que es su vecino- pero él escribe a fondo perdido. Su objetivo, dice su blog, es sembrar optimismo.
Anoniman podría ser de Nazaret. Por lo escondido, por los medios sencillos, por la constancia, por la esperanza, por el inmenso amor que hay a todos los que ni siquiera conoce y van por carretera. Por la gratuidad y el bien sembrado.
Todo un ejemplo. 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

PERDERSE Y DEJARSE ENCONTRAR


Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos.»  Entonces les dijo esta parábola:
 «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra?  Cuando la encuentra, se la pone muy contento sobre los hombros y, llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.' Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
 «O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra?  Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.'  Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
 Dijo: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo al padre: `Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.' Y él les repartió la hacienda. Pocos días después, el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.  «Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y comenzó a pasar necesidad.  Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.  Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie le daba nada.  Y entrando en sí mismo, dijo: `¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!  Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.  Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.'  Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.  El hijo le dijo: `Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.'  Pero el padre dijo a sus siervos: `Daos prisa; traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies.  Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,  porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado.' Y comenzaron la fiesta.   «Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas;  y, llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.  Él le dijo: `Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.'  Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba.  Pero él replicó a su padre: `Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos;  y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!'  «Pero él le dijo: `Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;  pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado.'»( Lucas 15, 31-32)

domingo, 8 de septiembre de 2013

LOS POBRES, PUERTA DE LA IGLESIA



Tienen intuición, nadie lo puede negar. Los pobres no suelen colocarse en las puertas de los bares ni en las entradas de los centros comerciales. Suelen sentarse, desde tiempos inmemoriales, en las entradas de las iglesias. Es una manera clara de decirnos que lo que se vive dentro, lo que se proclama, lo que se cree, les debe llegar a ellos. Saben, sin saber, que un centro comercial no cambia el corazón pero la fe celebrada y profesada  debe hacerlo.
A menudo me incomoda tener que pasar ante el pobre de la puerta de la iglesia. Pero como dice Gustavo Gutiérrez “extra pauperes nulla salus”: lejos de los pobres no hay salvación. Antes se afirmaba esto de la iglesia y de hecho Gustavo Gutiérrez parafrasea la afirmación preconciliar “extra eclessia nulla salus”, fuera de la Iglesia, no hay salvación.

Aunque me incomode a veces, me gusta que los pobres escojan la puerta de la iglesia. Ellos son el termómetro de nuestra fe. Que sólo podremos decir que vivimos el evangelio si alargamos la mano a los débiles. Para llegar a Dios, hay que pasar por el hermano necesitado. Porque “cualquier cosa que hicierais a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis…”