Había un
enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era
la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su
hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor,
aquel a quien tú quieres, está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad
no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se
enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se
encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a
Judea.» Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían
apedrearte, ¿y vuelves allí?» Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día?
Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno
anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.» Dijo esto y añadió:
«Nuestro amigo Lázaro duerme;
viernes, 4 de abril de 2014
miércoles, 2 de abril de 2014
ANGELUS: RECETAS PARA EL MATRIMONIO
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy
concluimos el ciclo de catequesis sobre los Sacramentos hablando del Matrimonio. Este Sacramento nos conduce
al corazón del diseño de Dios, que es un diseño de alianza con Su Pueblo, con todos
nosotros, un diseño de comunión. Al principio del libro del Génesis, el primer
libro de la Biblia, como culminación del relato de la creación se dice:
"Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer
los creó... Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne". (Génesis 1, 27; 2, 24). La imagen de Dios es la pareja
matrimonial, es el hombre y la mujer. Los dos. No sólo el varón, el hombre, no
sólo la mujer, sino los dos. Y esta es la imagen de Dios. Y el amor y la
alianza de Dios en nosotros está allí. Está representada en aquella alianza
entre el hombre y la mujer. Y esto es muy bello. ¡Es muy bello! Hemos sido
creados para amar, como un reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal
el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de
la comunión de vida plena y definitiva.
lunes, 31 de marzo de 2014
LA PEREZA: DE PECADO CAPITAL A PECADO POPULAR
Cada vez me
divierte más la condición humana. Porque hay que ver cómo nos las arreglamos
para engañarnos o para, como diría Isaias, llamar bien al mal y mal al bien.
Los que trabajamos con jóvenes sabemos de sobra que hay un pecado capital que
goza de gran prestigio. No he encontrado a nadie que confiese sin cierto rubor
que no sabe vivir sus pulsiones sexuales como debería (aunque a lo mejor no
coincida con nuestros parámetros ni de lejos) o que no sienta vergüenza de
confesarse envidioso. Pero son muchos los que te dicen con una sonrisa de oreja
a oreja: “es que soy muy vago” “No, si es que la pereza me puede”, “Yo sé que
puedo pero…me da pereza!”.
Parece que la
pereza no avergüenza. El responsable, el que curra a conciencia, no lo pregona.
Pero el perezoso sí. “Soy muy vago”. ¡Y sonríe!
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