sábado, 12 de marzo de 2011


DÍA DÍA CON SAN JOSÉ (II)


Segundo día

San José, guía para el hombre de hoy

« El nacimiento de Jesucristo sucedió así: su madre, María, estaba prometida a José, y antes del matrimonio, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo.» (Mt 1,18)
José desposado, futuro esposo, ve en María, aquella con la que construirá una vida de familia, una madre. Él le prepara un estatus social: « José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén --pues pertenecía a la Casa y familia de David--,]a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.» ( Lc 2,4 y 5a) Cada mañana José trabaja duramente. Proporciona a su familia el pan cotidiano y enseña a Jesús la tradición. Prepara y danza en el Shabbat, va al templo y asegura a su familia una vida social en Nazaret. Podemos llamar a San José “ el santo de la Encarnación”. Es el hombre que hace de Nazaret Templo – allí crece Dios- hogar, escuela y taller. Es el custodio, con su silencio, de la Palabra. Pero, como hombre protector será durante su retiro en Nazaret el discípulo del Padre. Fiel y justo San José aceptó forjar el hogar de Dios Padre en la tierra.
No dudemos de pedirle a San José que permanezca en nosotros, como el modelo de hombre y padre justo y responsable que el mundo de hoy necesita para salvar a la familia.

viernes, 11 de marzo de 2011

DÍA A DÍA CON SAN JOSÉ


Primer día


San José, personalización del Padre


«Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. » (Mt 1,24)
Todo árbol tiene sus propias raíces y cada árbol da su propio fruto. Pero el árbol no se desarrolla a su aire. Cada tierra tiene una consistencia propia, una composición más rica que otra. Así sucede con nuestra filiación : « Genealogía de Jesucristo, Hijo de David, hijo de Abraham » (Mt 1,1)…… « Jacob engendró a José, el esposo de María de la cual nació Jesús, el Cristo. » (Mt 1,16) Hijo e hija de hombre y mujer, nosotros nos reconocemos hijos de Dios por Jesucristo: « Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí. José es personalización del Padre, reconoce la voz de Dios, se levanta por la noche, se retira a Egipto(« De Egipto yo he llamado a mi Hijo » Os 11,1), después regresa a Israel («Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti sacaré el que ha de ser jefe de Israel » Mi 5,1). José permite que se cumplan las profecías de los profetas: « Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. » (Lc 2,39a) y « Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén. » (Lc 2,41).
José es quien teje la experiencia humana de Jesús de sentirse hijo para que pueda desarrollar su filiación divina. “Vengo de parte de mi padre” diría un Jesús adolescente al entrar en una casa a devolver un yugo arreglado o cualquier apero de labranza. Esas mismas palabras dirá en su vida pública. Jesús es el Hijo. Y alguien le enseñó lo que es serlo.
Hoy tengamos presentes a nuestros padres de la tierra y recemos por aquellos amigos que lo son.

(La imagen que ilustra esta entrada se llama "Los primeros pasos" y me parece muy significativa porque Jesús tuvo para su crecimiento personal una espléndida y rica imagen de hombre a su lado. Es de Arístides Artal)

miércoles, 9 de marzo de 2011



ORA...

Si nadie me ama, tu alegría es amarme.
Si lloro, tu deseo es consolarme.
Si soy débil, Tú eres mi fuerza y mi energía.
Si nadie me necesita, Tú me buscas.
Si estoy vacio, tu plenitud me colma.
Si quiero caminar, Tú vienes conmigo.
Si te llamo, Tú siempre vienes.
Si me pierdo, Tú me buscas sin cesar.
Si estoy cansado, Tú eres mi descanso.
Si peco, Tú eres mi perdón.
Si te pido, Tú eres don para mí.
Si te necesito, me dices: aquí estoy, dentro de ti.
Si estoy a oscuras, Tú eres luz para mis pasos.
Si tengo hambre, Tú eres pan de vida para mí.
Si soy infiel, Tú me eres fiel.
Si quiero conversar, me escuchas siempre.
Si te miro, descubro la Verdad en mi corazón.
Si todos me olvidan, tus entrañas se estremecen por mí.
Si no tengo a nadie, te tengo a Ti.
Si soy silencio, tu Palabra habitará en mi corazón.




PAUTAS PARA LA LECTURA DEL MENSAJE DEL PAPA PARA ESTA CUARESMA


A pesar de la crisis económica, en muchos lugares se ha celebrado el carnaval. Esas antiguas celebraciones, anticipaban por contraposición el itinerario cuaresmal que se preveía como un tiempo de penitencia. “Obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor”. Ese es el objetivo que Benedicto XVI ha subrayado en su mensaje para la cuaresma de este año 2011.


Este texto, profundo y sencillo a la vez, gira en torno a tres núcleos principales.


El primero se centra en la importancia del bautismo. Según el Papa, “el bautismo no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo”. La cuaresma es una especie de catecumenado que nos prepara para la Vigilia Pascual en la que renovamos la opción por esa nueva vida que el bautismo inicia y consagra.

El segundo núcleo del mensaje resume la riqueza de la Palabra de Dios, que en los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor. El texto va resumiendo en pocas líneas el sentido de los evangelios que se proclaman en los cinco primeros domingos de la cuaresma: las tentaciones de Jesús en el desierto, la Transfiguración del Señor en el monte, el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro. Relatos bien conocidos que reflejan la condición humana y su vocación a una gloria que calma nuestra sed, da luz a nuestros ojos y vida definitiva a nuestra caducidad.

El tercer núcleo recoge tres prácticas que ya se encuentran en el evangelio. Dejando de lado el Domingo de Ramos, el Papa nos invita a preparar el Triduo Pascual y en particular la Gran Vigilia de la Noche Santa de la Pascua. La preparación cuaresmal incorpora la práctica del ayuno, la limosna y la oración. Esas prácticas nos ayudan a “liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo”. Ayunar de lo otro, compartir nuestros bienes con los otros y unirnos con espíritu creyente al Absolutamente Otro son tareas de toda la vida. Pero han de hacerse más vivas en este tiempo de preparación para la Pascua.
La conversión de nuestra vida no depende sólo de nuestras fuerzas: implica una colaboración de Dios y del hombre. De hecho, significa “dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo”.

Este mensaje papal puede ayudarnos a orientar nuestro itinerario a lo largo del camino cuaresmal. En pocos escritos lo encontramos tan claro.



José-Román Flecha Andrés

Universidad Pontificia de Salamanca