Acostumbrada desde niña a contemplar el
Pantocrátor de Taüll, una de las mejores joyas del románico catalán, a
embelesarme, cuando comencé a viajar, con los mosaicos de San Marcos o el
políptico de Van Eyck, donde Dios lleva
una solemne tiara, la imagen que pone Jesús de una mujer barriendo para
encontrar una dracma me ha golpeado al leer por causalidad que, un grupo de
docentes de la Universidad de Uruguay rinden tributo a la mujer uruguaya
“invisible” que trabaja en el servicio doméstico. Una de cada cuatro mujeres
barre, friega y limpia procurando,
además, ser invisibles. La exposición se llama “Barriendo la invisibilidad” y
tiene fotografías magnificas. Pero la de esta anciana que barre unas gradas con
una escoba artesanal se ha levantado en mi corazón con las palabras de Jesús: