Qué necesario es el retrovisor…he rayado el coche hace
poco, en la curva maligna del garaje, por desviar un momento la mirada del
retrovisor. Sé cuando alguien que no soy yo ha usado el coche porque el retrovisor
interno suele estar cambiado. Yo también lo hago cuando manejo un coche
prestado: me siento y ajusto el retrovisor a mi medida. Y no nos basta un
retrovisor sino que solemos llevar tres y, aún así, dicen los entendidos,
siempre hay un ángulo muerto.
Pero está claro que uno no puede conducir mirando el
retrovisor. Posiblemente antes de acabar el primer quilómetro habremos
provocado o sufrido un accidente.
Pero si no vigilamos, a veces podemos circular por la
carretera de la vida mirando mucho, o demasiado…o siempre (lo cual degenera
rápido en personas lisiadas de corazón) el retrovisor, el pasado. Porque
creemos que antes las cosas eran mejores…porque,
aún peor, sufrimos un accidente, alguien nos hirió, y no sabemos apartar la mirada de ese dolor, de esa herida.
Hay muchas maneras de vivir anclado en el pasado, en el
retrovisor. Es inútil soñar la carretera pasada…pero es nefasto seguir dándole
vueltas al dolor, a la desgracia, a la herida. El primer tipo de persona hace
estéril su presente; el segundo se convierte en amargado.
El retrovisor hay que usarlo, sí, pero para dar gracias.
Por el camino hecho, por los márgenes llenos de flores, por…
Pero hay que mirar al frente, las manos en el presente,
la mirada en el futuro.