miércoles, 14 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


D de Desideria
Desideria es para Manyanet el reflejo del alma que busca a Dios. Es la protagonista del libro La Escuela de Nazaret. Pero Desideria es mucho más porque Desideria, lo sepamos o no, somos todos. Y por ello sabemos que Desideria fue, a medida que se iba volcando sobre papel, el más vivo reflejo del corazón de Manyanet.
Desideria viene de desear. Hay ya muchos libros que nos hablan de nuestros deseos más profundos, del deseo de Dios y de un Dios deseante. En realidad, la Biblia es la historia de un ardiente deseo, a veces correspondido, a veces desoído y apagado. Pero siempre vivo.
Desideria, esa figura tan manyanetiana, es una mujer y eso me parece interesante. Es verdad que es el trasunto del alma, que propiamente encarna toda alma deseosa de Dios, pero que sea una mujer impone una reflexión.
La mujer es espacio natural de recepción y creación de vida. Nuestros deseos, debidamente atendidos, son los que configuran nuestra vida. Los que nos crean y recrean. Dicen -¿quiénes?- que la mujer es frágil pero sabemos cuán fuerte puede llegar a ser. Nuestros deseos de Dios son, a menudo,  muy débiles pero basta atenderlos un poco para transfigurar toda nuestra existencia. El deseo de Dios, seguido y saciado, ha sido la única forja de santidad.
Desideria es el prototipo de alma que sabe que “la santidad es posible” pero requiere volver una y otra vez al amor primero. Como Manyanet, que vuelve una y otra vez a Nazaret hasta enamorarse – morar en- de la Santa Casa y vivir en Nazaret para siempre.
D de Disponibilidad
La disponibilidad de Manyanet, la entrega y el abandono total a Dios es la propia de los grandes santos. Por ello es capaz de escribir cuando acaba de ser destituido como Superior General:
por lo que toca a mi pobre y humilde persona, que no me tenga el menor respeto y consideración: obre, corte, disponga, traslade y haga cuanto crea conveniente delante de Dios y para honra de la Sda. Familia, y esté seguro que siempre me tendrá a su lado obediente y sumiso, pues no deseo ser estorbo sino apoyo y sostén en cuanto lleguen mis fuerzas, ni tampoco mandar sino obedecer”.(22-12-1879. Carta al Obispo Casañas)
Muy interiorizada tiene la virtud de la abnegación…Manyanet vive des-centrado de sí y la profesión religiosa que ha hecho le lleva a la “muerte mística” como la llama él. La única que da la vida.

martes, 13 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


C de Cualidades humanas

Las cualidades humanas de Manyanet le sirven como trampolín para alcanzar la santidad. Son la trama sobre la cual Dios tejerá su Voluntad. Pero ¿cuáles eran esas cualidades?
Por una parte estaba dotado de una gran inteligencia. Ello le proporcionará la posibilidad de abrirse otros horizontes, estudiar, ser capaz de analizar su presente e intentar transformarlo. Era extremadamente laborioso, no escatimaba esfuerzos ni noches de sueño. Caixal llega a reprenderle: “trabajas demasiado”…Otra cualidad suya era la humildad. Pese a sentir la llamada de Dios a iniciar nuevos caminos siempre buscó guía, asesoramiento. Tenía también acusada sensibilidad, amaba la naturaleza, los libros, la música y por encima de todo le afligía todo tipo de dolor y carencia humana. La empatía lograba que, poniéndose en el lugar del otro sin juzgar, fuera buscado como director espiritual y su delicadeza le valió fama como tal entre las religiosas. Mostró especial empatía con los niños que le buscaban y le querían. Un sentido del humor suave y bondadoso puede percibirse aún en sus escritos. Sabe reírse de sí mismo, de sus enfermedades y lo usa, con frecuencia, para quitar hierro a situaciones dolorosas, también para exigir. La creatividad  le llevó a  la acción, a buscar soluciones para una sociedad descristianizada. No le importó fundar escuelas en barcos ni empezar una y otra vez. Usó los medios a su alcance, fundó revistas, escribió…y soñó. Gran creatividad demuestra al crear la figura de Desideria y más aún al proponer la erección de un Templo. La exigencia sobre sí se nota ya en el niño que en Barbastro se traza un estricto plan de vida. La tenacidad fue virtud que brilló especialmente en él. Cuando veía claro algo no cejaba en su empeño y resistió siempre, aún en las circunstancias más difíciles, la tentación del desánimo. La lealtad hacia las personas era tan fuerte que llegó a ser, a veces, inconveniente: no supo negarse a la petición de Caixal, no quiso pensar mal de las maquinaciones del P. Barber…le costaba mucho rendirse a la evidencia de que no todos obraban con rectitud.

Brilló en él la capacidad organizativa; así se percibe en todas sus constituciones, que señalan y prevén los más pequeños detalles. También supervisó obras, organizó bibliotecas y, durante toda su vida, administró, con buen tino, los escasos bienes materiales que poseía. El amor a la familia y el amor a su tierra completan una psicología humana fuertemente atractiva.
Junto a esto una notable energía, una cierta dosis de impaciencia y una docilidad extraordinaria hacían de Manyanet un hombre de gran valía. Todo este tejido de cualidades humanas brillará con luz propia al ser iluminadas por la fe.

C de Carisma
El carisma de San José Manyanet hunde sus raíces en el Misterio de la Trinidad divina que él ve reflejada en la Sagrada Familia. El Misterio Trinitario se convierte en nuestro ideal de vida pero antes de ser tal es nuestro origen. En un mundo, el de Manyanet y el nuestro,  que necesita con urgencia ejemplos de donación, comunión y fidelidad es una Gracia haber sido encaminados a la vida escondida del Dios escondido que se hace uno de nosotros. 

 La síntesis del carisma recibido será “seguir y anunciar a Cristo en el Misterio de Nazaret”. El carisma que Manyanet recibe y nos transmite nos sitúa en la intimidad de Dios, nos sitúa en su hogar.
 Para Manyanet, Nazaret es el compendio del Reino tal como debe vivirse aquí en la tierra. Por eso recibe con gratitud el carisma y lo entrega con diligencia, puesto que todo carisma es un don del Espíritu Santo en bien de la edificación del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Un carisma es, siempre, la bendición de Dios sobre una persona para que la comunión trinitaria sea una realidad eclesial y humana.  
El Misterio de la Encarnación es la página vivida por nuestro fundador que, como Desideria, halla en Nazaret todo lo que su corazón desea. Conoce que Dios redime a la humanidad desde su ser familia y por eso la familia será para san José Manyanet la obsesión de su apostolado. Dios con nosotros se ha hecho hogar y toda familia es hogar de Dios. Revelar esa condición es la misión que se deriva del carisma recibido.


No hay duda de que el carisma de Nazaret  eleva la condición humana a la vida divina…