Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un
testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No
era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
San Ireneo, a finales del siglo segundo escribió que
"el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de
María”. Hoy se propaga ràpidament una nueva advocación mariana: la de María que
desata nudos...