jueves, 4 de marzo de 2010


SAN JOSÉ...EL GRAN OLVIDADO.
“Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mt. 1,16) y ya me explicarán ustedes si la Iglesia no se ha empeñado en separar, durante siglos, a San José de su esposa María. Basta con mirar nuestras iglesias: ella en lugar destacado en el presbiterio, a veces incluso más visible que la cruz de Cristo; él, cuando hay suerte, en una capilla lateral oscura y llena de polvo. Ella, mi Madre, nuestra Madre, llenando oraciones, fiestas litúrgicas, cantos, bellísimas obras de arte; él pintado como un viejo durante siglos, sin aparecer en muchos villancicos…
Si yo fuera María, si yo fuera Jesús ¡cuán indignada estaría! Por suerte la devoción popular se ha avanzado a la teología, a la liturgia incluso, y comenzó ya en el siglo XVI a venerar a San José. Cuenta el P. Llamera que en cierta ocasión una viejecita para dar razón de su gran devoción a San José contestó: ¿No ve usted que lleva al Niño en sus brazos?" (P.B. Llamera, Teología de San José, BAC, Madrid, 1953, p.XV).
Pero si él, Custodio de Dios, Vicedios, como lo llama Valdivieso bellamente, lleva al Niño en brazos ¿por qué seguimos con aquello de que sólo por María se llega a Jesús? Cuando hago mi defensa apasionada de San José siempre encuentro alguien que me mira mal y me acaba diciendo: debes querer poco a la Virgen. Pues no, la quiero, mi familia me trasmitió la devoción a la Virgen bajo el familiar nombre de Moreneta pero entiendo que María no se explica sin José. A la Sagrada Familia no podemos cantarla por separado: Jesús por un lado, María por otro y José…para quien se acuerde. ¿Cuántas veces Jesús adolescente no entraría en una casa diciendo “vengo de parte de mi padre” como dijo de mayor para referirse a su misión? Y ¿no es posible pensar que al recitar las bienaventuranzas viera, como en reflejo, la figura de su padre José?
Leonard Boff ha escrito un bellísimo libro sobre San José que edita Sal Terrae lo recomiendo vivamente. Pero aún más recomiendo que hagamos nuestro aquel “Ite ad Joseph”, id a José, en cualquier situación de nuestra vida. A su lado encontraremos siempre a María. Y en sus brazos al Niño. Que de ahí le viene a José la grandeza: Dios se acurrucó en sus brazos para dormir tranquilo…
Sigamos el ejemplo de "las almas más sensibles a los impulsos del amor divino", las cuales "ven con razón en José un luminoso ejemplo de vida interior" (JUAN PABLO II, o.c. , 27).


lunes, 1 de marzo de 2010


COMIENZA EL MES DE SAN JOSÉ
Porque fue varón justo,
le amó el Señor,
y dio el ciento por uno
su labor.
Humilde magisterio
bajo el que Dios aprende,
¡quien sepa de misterio!
Si Dios en cautiverio
se queda en aprendiz,
¡aprende aquí la casa de David!
Sencillo, sin historia,
de espalda a los laureles,
escalas los niveles
más altos de la gloria.
¡Qué asombro, hacer memoria,
y hallarle a tu ascensión
tu hogar, tu oficio y Dios como razón!
Y, pues que el mundo entero
te mira y se pregunta,
di tú cómo se junta
ser santo y carpintero,
la gloria y el madero,
la gracia y el afán,
tener propicio a Dios
y escaso el pan.

(José Luis Blanco Vega s.j.)