viernes, 15 de marzo de 2013

PRIMERA HOMLIA DEL PAPA FRANCISCO



Primera homilía del papa Francisco. Exhorta a los cardenales a construir una Iglesia sobre piedras vivas ungidas por el Espíritu Santo
Ayer, día 14, el Papa Francisco celebró la primera misa del nuevo pontificado ante todos los cardenales. Para irlo conociendo reproducimos la homilía.

 (Primera lectura: Is 2, 2-5; Segunda lectura: 1 Pt 2, 4-9; Evangelio: Mt 16, 13-19)
HOMILIA
En estas Lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. En la Primera Lectura el movimiento en el camino; en la Segunda Lectura, el movimiento en la edificación de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la confesión. Caminar, edificar, confesar.
Caminar. «Casa de Jacob, venid, caminemos en la luz del Señor» (Is 2,5). Esta es la primera cosa que Dios ha dicho a Abrahan: Camina en mi presencia y se irreprensibile. Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos detenemos, la cosa no va. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, tratando de vivir con aquella irreprensibilidad que Dios pedía a Abrahan, en su promesa.
Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras tienen consistencia; pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre aquella piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.
Tercero, confesar. Podemos caminar todo lo que queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG asistencial, pero no en la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, uno se detiene. Cuando no se edifica sobre piedras ¿qué sucede? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena, todo se viene abajo, no tiene consistencia. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la mente la frase de Léon Bloy: “Quien no reza al Señor, ora al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.
Caminar, edificar-construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay sacudidas, hay movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos tiran para atrás.
Este Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que confesó a Jesucristo, le dice: Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de Cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo con otras posibilidades, sin la Cruz. Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor.
Yo querría que todos, tras estos días de gracia, tengamos el coraje, precisamente el coraje de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que se ha derramado sobre la Cruz; y de confesar la única gloria: Cristo Crucificado. Y así la Iglesia irá adelante.
Yo auguro a todos nosotros que el Espíritu Santo, por la oración de Nuestra Señora, nuestra Madre, nos conceda esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo Crucificado. Así sea.

miércoles, 13 de marzo de 2013

HABEMUS PAPAM



No conozco al nuevo Papa. Ni siquiera había leído su biografía. Pero me ha caído bien de entrada: porque lo primero que ha hecho es mostrar humor al aludir a lo lejos que se ha ido a buscar el obispo de Roma, y porque lo segundo, lo  “prima di tutto”, ha sido hacernos rezar por el Papa emérito, Benedicto XVI. Y, porque antes de dar la bendición urbi et orbe, ha pedido la bendición y oración de todos por él, inclinado en profunda oración.

Buscando algo de su perfil me han interesado estas palabras que reproduzco en este blog que suelen leer los Laicos Nazaret.
Se trata de una entrevista, realizada en  noviembre de 2011 al despedirse  de la presidencia de los obispos argentinos.  En ella hace un repaso por la situación de la Iglesia y habla de los laicos. Sobre ellos afirma que corren peligro de “clericalización” y que en ese desarrollo tienen tanta responsabilidad los sacerdotes como los mismos laicos ya que “es más fácil ser monaguillo que protagonista”.
¿Cómo ve a los laicos en la Argentina? se le pregunta.Y el ya Papa Francisco I contesta:  “Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos --no todos pero muchos- nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser clericalizado. El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, lo cual lo habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma sociedad, para crear y sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un púlpito sino desde su vida cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le dio Dios para eso”.
Que Dios bendiga a este Papa y que los laicos asumamos la fuerza del bautismo.