Como
algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y
ofrendas votivas, él dijo: «De esto que veis, llegarán días en que no quedará
piedra sobre piedra que no sea derruida.» Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá
eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?» Él dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque
vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy' y `el tiempo está
cerca'. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os
aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no
es inmediato.» Entonces les dijo: «Se
levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos,
peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales
del cielo. "Pero,
antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las
sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed,
pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una
elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos
vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y
amigos, y matarán a algunos de vosotros. Todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra
cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. (Lc 21,5-19)
UNA
MIRADA PROFUNDA.
El Templo de Jerusalén
era el orgullo de todo judío. Y una maravilla para todos. Pero frente a la
majestuosidad, la imponente construcción y la gloria Jesús va más allá. Nada
humano, ni el Templo con todo lo que significa, puede convertirse en referente total
y absoluto de la persona. Porque Absoluto solo es Dios. Hemos visto morir
grandes civilizaciones, personas que eran el centro de un país, genios y
artistas. Hace una generación todo el mundo conocía la sentencia: “sic transit
gloria mundi” (así pasa la gloria del mundo). Pero resulta muy fácil
encandilarse, buscar seguridades falsas (una persona, un movimiento religioso,
un partido político…). El evangelio de hoy nos pide la libertad de tener como
único referente en nuestra vida a Dios.