viernes, 30 de mayo de 2014

CON DERECHO A CIELO


ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.
Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» (Mt 28,16-20)

Dice un filósofo nada sospechoso de beatería que “la verdadera génesis no se encuentra al principio sino al final” (Ernst Bloch)

Y hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Ascensión de Jesús a los cielos para  presentarnos  ese final, esa meta que está en el origen de cualquier actuación del cristiano. La sabiduría popular ha llamado a esa realidad “cielo”; otros prefieren decir paraíso y otros… callan.
Nuestra sociedad ha anulado de su imaginario la muerte. Agarrados a la vida, vemos la muerte sólo como desgracia, como una ladrona que nos roba lo que más queremos. Y la hemos convertido en tabú, como hace años lo era el sexo.
Pero al silenciar la muerte, hemos silenciado también el cielo. Y al callar sobre éste, hemos convertido a Jesús en un compañero de camino, en un camarada. Y estamos estafando, incluso en las catequesis, el sentido último de la existencia.