El Papa, en su Evangelii Gaudium, habla de cinco verbos que todo evangelizador debe vivir. Hay pues que aplicarlos a la familia, primera evangelizadora, primera Iglesia doméstica.
viernes, 17 de enero de 2014
CINCO PALABRAS PARA LA FAMILIA
El Papa, en su Evangelii Gaudium, habla de cinco verbos que todo evangelizador debe vivir. Hay pues que aplicarlos a la familia, primera evangelizadora, primera Iglesia doméstica.
CORDERO DE DIOS
Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí
viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.
«Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea
manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu
que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía
pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: `Aquel sobre quien veas que
baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu
Santo'. Y yo le he visto y doy testimonio de que ése es el Elegido de
Dios.» (Jn 1,29-34)
JUAN Y JESÚS ¿QUIÉN
EL MAYOR?
Para los que hemos nacido en la
cultura cristiana la figura de Juan el Bautista es, con toda su grandeza, la
del Precursor que preludia y anuncia la llegada esperada del Mesías e Hijo de
Dios. No obstante, la escuela del Bautista tuvo numerosos seguidores y por ello el evangelista Juan parece tener
interés en dedicar todo el primer capítulo de su libro a contraponer las
figuras de Juan y Jesús dejando muy claro quién es el mayor, algo que los
judíos de la época no acababan de ver. Desde el prólogo el evangelista afirma
miércoles, 15 de enero de 2014
PENSAMIENTOS
La existencia de Jesús durante estos 30 años no fue menos plena y fecunda para la obra de la Redención. ¿Y de qué se alimentaba esa vida:? Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado (Jn. 4, 34).
En Nazaret, por una parte, se valora el rechazo de lo espectacular y de la eficacia inmediata; por otra parte se acepta la ley de la maduración vital: los tiempos de silencio y de “inutilidad” preparan la acción fecunda. Pero esto no se vive sino desde dentro de la fe.
Jean Laplace, S.J., Diez días de Ejercicios,
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