jueves, 6 de diciembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


E de Espiritualidad

Espiritualidad Trinitario-Nazarena
Si otros santos han destacado por su cristocentrismo, el camino de Manyanet es absolutamente trinitario. Su unión e intimidad con Cristo, sus largas noches de oración, su deseo de asemejarse a Él, hallan su hontanar en la vida en el Espíritu que alimenta y nutre su fe como camino hacia el Padre. Nazaret es el campo de su contemplación y la pérgola que lo eleva a contemplar – ver con el corazón – a Dios en su misterio Trinitario.

En este sentido, la figura de Desideria, creada por él en La Escuela de Nazaret, no es otra cosa que el trasunto del alma del Padre. En efecto, Desideria – San José Manyanet- va a Nazaret llevada de su profundo anhelo de santidad. Allí aprende que “la santidad es posible”; para ello hay que entrar en la escuela de Nazaret, aprender, hacerse discípulo y llevar, como en un taller, todo lo aprendido a la práctica. Manyanet tiene un profundo sentido de filiación y se acerca a Jesús, María y José como “hijo”. Les habla con total confianza y escucha atentamente sus enseñanzas. Nazaret se ha convertido en su hogar espiritual del cual nunca se ausenta; es más: es un templo en el que habla a los tres Sagrados personajes. Vivirá pues la espiritualidad de Nazaret que es hogar, escuela, taller y templo.

Y de Nazaret saldrá para servir a los hermanos. Manyanet es  hombre de gran actividad, quizá porque es profundamente contemplativo. Y en el corazón de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu, acierta a comprender qué necesita profundamente la sociedad del siglo XIX.  Por eso desea hacer de cada familia un hogar a imagen de la Familia de Nazaret, contando con la participación de los laicos. Manyanet es el santo que ha penetrado en el misterio trinitario como inspirador de la santidad personal a la cual todos estamos llamados, como modelo de vida religiosa y como prototipo de familia.

 

sábado, 1 de diciembre de 2012

miércoles, 28 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


E de Escuela
Una de las imágenes más relevantes que Manyanet nos da de Nazaret es la de la “escuela”.
Nazaret es el ámbito en el que incluso Dios aprende a ser persona. Por tanto sólo si vamos a Nazaret aprenderemos nosotros a ser la gloria de Dios, aprenderemos a ser persona según el estilo de Jesús.
Nazaret es escuela de virtudes y las virtudes son la moneda pequeña y cotidiana  de la santidad. Nazaret presupone actitud de discípulos: humildad y docilidad resultan imprescindibles para crecer, como Jesús, en gracia y sabiduría.
En la Escuela de Nazaret nuestro corazón halla lo que desea y desde ella somos capaces de atraer al mundo pues la familia de Nazaret es perfume que se esparce por doquier.
Hablamos ya de Desideria, pero es impensable no citarla al reflexionar sobre qué significa vivir en la escuela de Nazaret.  Veamos qué podemos descubrir en las visitas que hace Desideria a Nazaret:
-          Vivir en la escuela de Nazaret es una respuesta a los toques interiores” que el corazón experimenta y a la seducción que el Misterio  irradia: atraída por la exquisita fragancia de vuestras virtudes” ( E.N. I,I ).  Dios, el Maestro interior, es quien llama y nos seduce lentamente hasta atarnos  con suaves lazos.
-          Vivir en la escuela de Nazaret supone también el atrevimiento, la “parresía” de los hijos de Dios: perdonad mi atrevimiento (E.N.I,I ) dice en repetidas ocasiones Desideria.
Desideria refleja muy bien cómo podemos ir y por qué motivos a  la escuela de Nazaret:  por “la dicha de poder visitaros”, “para escuchar las palabras de paz y vida eterna”, para “ofrecer no sólo lo que se tiene y vale sino el corazón”, “buscar ánimo, aliento y comprensión para mis defectos e ignorancias”…tantas cosas!
También se nos piden algunas actitudes que Desideria explica así: (vengo)   ansiosa, deseosa, agradecida, acostumbrada...y resuelta a poner por obra lo que aprende en Nazaret”.
Para ello, hará falta un grado de intimidad: “sientate cerquita” ( E.N. I,I ) le dice Jesús a Desideria.  Y son necesarias unas condiciones:
Acércate con infantil sencillez y confianza.
Escucha con atención y agradecimiento.
Guarda diligente las divinas palabras en tu corazón.
Sé agradecida y fervorosa.
Acrecienta tu esperanza
No te arredren las dificultades.
Sé humilde.
Pon por obra cuanto aprendas.

En Nazaret nuestro corazón se unifica: mi deseo más profundo –Dios- pasa  a ser lo único que quiero. Manyanet apuntará que mientras no vivimos unificados…vivimos en tibieza, mediocridad. Algo que no es propio de Nazaret.

MI FLOR DE ADVIENTO


Llega, alegre, el Adviento. Y con él os regalo mi flor de Adviento porque es tiempo de girarse hacia el Sol, de buscarlo entre nubes y tempestades; es tiempo de dejar que Él vivifique el corazón. Adviento, tiempo de Gracia que me invita a girarme (convertirme) hacia la Luz.

viernes, 23 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


E de Escritor
Que Manyanet era un enamorado de los libros, lo sabemos. Pero no todos los que aman los libros dan el salto a escribirlos. Manyanet concibe la escritura como una prolongación de su vida y su quehacer: como apostolado.
Como escritor goza de dos características: la proliferación- escribe mucho- y la capacidad de manejar diversos géneros. Veamos algunos:

Género legislativo: con la fundación de dos Congregaciones, Manyanet regula la vida religiosa tal como él la concibe. Para ello escribe dos Constituciones para el Instituto masculino y tres para el femenino. También escribió unos Estatutos para una Tercera Orden.  A esto habría que sumar los ceremoniales para la vida religiosa.
Género epistolar: se conservan más de mil cartas y sabemos que se han perdido muchas. El contenido del corpus que se conserva es muy variado: hay cartas de dirección espiritual, cartas del fundador que está pendiente de los últimos detalles de una nueva comunidad, cartas oficiales, dirigidas a varios destinatarios, cartas de cortesía…Sin duda son  las primeras las que más reflejan su alma. Los destinatarios más frecuentes son el P. Bonaventura Mullol y M. Encarnación Colomina.

Género Pastoral: enmarcamos aquí sus obras más importantes: La Escuela de Nazaret, El Espíritu de la Sagrada Familia y Preciosa Joya de Familia. En ellas traza una teología de la familia y la vida religiosa.
Género devocional: Manyanet sabe que es en el corazón donde residen los afectos y él va a fomentar la devoción, es decir, el amor sencillo del pueblo a su Dios. Para ello escribe  Trisagios a la Sagrada Familia, Visitas a San José, Triduos en honor a San José, Loores y gozos de la Sagrada Familia…

Género homilético: se han recogido algunos sermones suyos en los que se percibe tanto el conocimiento bíblico que posee como su capacidad para comunicar.
Género autobiográfico: aunque se perdió un “cuaderno azul”  que recogía su autobiografía, conservamos los Recuerdos de mi vida

Género didáctico: unida a su albor fundacional escribe un “método práctico y seguro para la dirección de colegios y escuelas” en las que destaca su método preventivo.

 Su actividad y su difusión le colocan entre uno de los autores religiosos más relevantes del s. XIX.

domingo, 18 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


D de Dolor
Cuando Manyanet tiene diecisiete años Mn. Valentí Lledós escribe de él: “sabe qué es comer el pan del dolor” (carta a Ignacio Sullà, 30-9-1850).
Decía Pablo VI, hablando de la cruz,  que  la única prueba creíble del amor es el sufrimiento. Para los santos el dolor, intrínseco a la condición humana, ha sido siempre una oportunidad alegre de asemejarse a Cristo. El dolor apareció muy pronto en la vida de Manyanet. Señalemos algunas  cruces:
. La muerte de su padre cuando cuenta veinte meses
. Las dificultades económicas que subsiguen a esta situación y la necesidad de trabajar para poder cursar estudios desde muy joven.
. La enfermedad  que en 1885 lo postra en cama y que le lleva a tres operaciones de las que le quedarán heridas y dolores permanentes. Él se referirá siempre a las heridas abiertas como “las misericordias del Señor”.  Durante más de dieciocho años nadie supo de su mal. Se añade a esto un reumatismo crónico y grave que lo “roye  de dolor
 Pero el sufrimiento mayor fue, sin duda alguna, el moral:
. El abandono de los primeros compañeros.
. Las maquinaciones que contra él hace un miembro de su Instituto, Juan Barber, y la difícil decisión de expulsarlo.
. La opinión de Caixal: Manyanet ha perdido la brújula…
 . La difamación sistemática: “se me acusó de turbulento, de falto de administración, de terquedad en mis cosas y empresas; otros me tachaban de bonachón y falto de previsión, de imprudente…una lucha de este género no podía menos de atraerme  las censuras , el desprecio y aversión  de muchos”
. Su destitución como Superior General de las Hijas de la Sagrada Familia.
. La orden de alejamiento de todas las religiosas.
. La desconfianza de su honradez en lo que a gestión económica se refiere.
. La quema pública de sus Constituciones.
. Las deudas que quisieron cargarle a él.
. El silencio de varios obispos ante sus peticiones…
Porque su amor era creíble Manyanet  reaccionó siempre con serenidad y paciencia; pero no sólo eso: con un corazón totalmente entregado el “Fiat voluntas tuas” que rezó un 18 de diciembre de 1879, se convirtió en un alegre Nunc dimittis. Porque en la escuela de Nazaret aprendió también la ciencia de la Cruz. 
 D de Director espiritual
Durante toda su vida Manyanet no tuvo otro interés que colaborar en esa expansión del reino que comienza por crecer en el corazón humano. Su ministerio sacerdotal le permitió acompañar a muchas personas en la búsqueda de Dios y fue un eficaz director espiritual, especialmente de religiosas, como reconocería el obispo Caixal.
Por supuesto nada sabemos de lo que sucedía en lo más profundo de los corazones por el guiados pero guardamos muchas cartas en las que vemos cómo anima, exhorta, reprende, guía, señala peligros y consecuencias, indica qué medios utilizar y, en definitiva, se nos revela como un excelente guía de camino.
El deseo de acompañar a las que inician la vida religiosa le hace trasladar el noviciado de Talarn a Barcelona. Más adelante cuando ya nuestro noviciado esté en Aiguafreda hará innumerables viajes en tren  para pasar casi cada domingo con las religiosas y hablar con ellas. M. Colomina tuvo el acierto de recoger en un pequeño opúsculo los consejos de Manyanet en estas visitas.
También sus libros responden al deseo de guiar a religiosos, laicos y familias por el sendero espiritual.
Porque Manyanet había descubierto en Nazaret su tesoro y, conocedor del camino, ardía en deseos de llevar al mundo a postrarse ante la Trinidad de la tierra… 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


D de Desideria
Desideria es para Manyanet el reflejo del alma que busca a Dios. Es la protagonista del libro La Escuela de Nazaret. Pero Desideria es mucho más porque Desideria, lo sepamos o no, somos todos. Y por ello sabemos que Desideria fue, a medida que se iba volcando sobre papel, el más vivo reflejo del corazón de Manyanet.
Desideria viene de desear. Hay ya muchos libros que nos hablan de nuestros deseos más profundos, del deseo de Dios y de un Dios deseante. En realidad, la Biblia es la historia de un ardiente deseo, a veces correspondido, a veces desoído y apagado. Pero siempre vivo.
Desideria, esa figura tan manyanetiana, es una mujer y eso me parece interesante. Es verdad que es el trasunto del alma, que propiamente encarna toda alma deseosa de Dios, pero que sea una mujer impone una reflexión.
La mujer es espacio natural de recepción y creación de vida. Nuestros deseos, debidamente atendidos, son los que configuran nuestra vida. Los que nos crean y recrean. Dicen -¿quiénes?- que la mujer es frágil pero sabemos cuán fuerte puede llegar a ser. Nuestros deseos de Dios son, a menudo,  muy débiles pero basta atenderlos un poco para transfigurar toda nuestra existencia. El deseo de Dios, seguido y saciado, ha sido la única forja de santidad.
Desideria es el prototipo de alma que sabe que “la santidad es posible” pero requiere volver una y otra vez al amor primero. Como Manyanet, que vuelve una y otra vez a Nazaret hasta enamorarse – morar en- de la Santa Casa y vivir en Nazaret para siempre.
D de Disponibilidad
La disponibilidad de Manyanet, la entrega y el abandono total a Dios es la propia de los grandes santos. Por ello es capaz de escribir cuando acaba de ser destituido como Superior General:
por lo que toca a mi pobre y humilde persona, que no me tenga el menor respeto y consideración: obre, corte, disponga, traslade y haga cuanto crea conveniente delante de Dios y para honra de la Sda. Familia, y esté seguro que siempre me tendrá a su lado obediente y sumiso, pues no deseo ser estorbo sino apoyo y sostén en cuanto lleguen mis fuerzas, ni tampoco mandar sino obedecer”.(22-12-1879. Carta al Obispo Casañas)
Muy interiorizada tiene la virtud de la abnegación…Manyanet vive des-centrado de sí y la profesión religiosa que ha hecho le lleva a la “muerte mística” como la llama él. La única que da la vida.

martes, 13 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


C de Cualidades humanas

Las cualidades humanas de Manyanet le sirven como trampolín para alcanzar la santidad. Son la trama sobre la cual Dios tejerá su Voluntad. Pero ¿cuáles eran esas cualidades?
Por una parte estaba dotado de una gran inteligencia. Ello le proporcionará la posibilidad de abrirse otros horizontes, estudiar, ser capaz de analizar su presente e intentar transformarlo. Era extremadamente laborioso, no escatimaba esfuerzos ni noches de sueño. Caixal llega a reprenderle: “trabajas demasiado”…Otra cualidad suya era la humildad. Pese a sentir la llamada de Dios a iniciar nuevos caminos siempre buscó guía, asesoramiento. Tenía también acusada sensibilidad, amaba la naturaleza, los libros, la música y por encima de todo le afligía todo tipo de dolor y carencia humana. La empatía lograba que, poniéndose en el lugar del otro sin juzgar, fuera buscado como director espiritual y su delicadeza le valió fama como tal entre las religiosas. Mostró especial empatía con los niños que le buscaban y le querían. Un sentido del humor suave y bondadoso puede percibirse aún en sus escritos. Sabe reírse de sí mismo, de sus enfermedades y lo usa, con frecuencia, para quitar hierro a situaciones dolorosas, también para exigir. La creatividad  le llevó a  la acción, a buscar soluciones para una sociedad descristianizada. No le importó fundar escuelas en barcos ni empezar una y otra vez. Usó los medios a su alcance, fundó revistas, escribió…y soñó. Gran creatividad demuestra al crear la figura de Desideria y más aún al proponer la erección de un Templo. La exigencia sobre sí se nota ya en el niño que en Barbastro se traza un estricto plan de vida. La tenacidad fue virtud que brilló especialmente en él. Cuando veía claro algo no cejaba en su empeño y resistió siempre, aún en las circunstancias más difíciles, la tentación del desánimo. La lealtad hacia las personas era tan fuerte que llegó a ser, a veces, inconveniente: no supo negarse a la petición de Caixal, no quiso pensar mal de las maquinaciones del P. Barber…le costaba mucho rendirse a la evidencia de que no todos obraban con rectitud.

Brilló en él la capacidad organizativa; así se percibe en todas sus constituciones, que señalan y prevén los más pequeños detalles. También supervisó obras, organizó bibliotecas y, durante toda su vida, administró, con buen tino, los escasos bienes materiales que poseía. El amor a la familia y el amor a su tierra completan una psicología humana fuertemente atractiva.
Junto a esto una notable energía, una cierta dosis de impaciencia y una docilidad extraordinaria hacían de Manyanet un hombre de gran valía. Todo este tejido de cualidades humanas brillará con luz propia al ser iluminadas por la fe.

C de Carisma
El carisma de San José Manyanet hunde sus raíces en el Misterio de la Trinidad divina que él ve reflejada en la Sagrada Familia. El Misterio Trinitario se convierte en nuestro ideal de vida pero antes de ser tal es nuestro origen. En un mundo, el de Manyanet y el nuestro,  que necesita con urgencia ejemplos de donación, comunión y fidelidad es una Gracia haber sido encaminados a la vida escondida del Dios escondido que se hace uno de nosotros. 

 La síntesis del carisma recibido será “seguir y anunciar a Cristo en el Misterio de Nazaret”. El carisma que Manyanet recibe y nos transmite nos sitúa en la intimidad de Dios, nos sitúa en su hogar.
 Para Manyanet, Nazaret es el compendio del Reino tal como debe vivirse aquí en la tierra. Por eso recibe con gratitud el carisma y lo entrega con diligencia, puesto que todo carisma es un don del Espíritu Santo en bien de la edificación del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Un carisma es, siempre, la bendición de Dios sobre una persona para que la comunión trinitaria sea una realidad eclesial y humana.  
El Misterio de la Encarnación es la página vivida por nuestro fundador que, como Desideria, halla en Nazaret todo lo que su corazón desea. Conoce que Dios redime a la humanidad desde su ser familia y por eso la familia será para san José Manyanet la obsesión de su apostolado. Dios con nosotros se ha hecho hogar y toda familia es hogar de Dios. Revelar esa condición es la misión que se deriva del carisma recibido.


No hay duda de que el carisma de Nazaret  eleva la condición humana a la vida divina…

viernes, 9 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A...A LA Z...


B de    belleza

Manyanet tiene alma de artista. Ama espontáneamente lo bello quizá porque desde niño intuye que el rastro que deja Dios en sus criaturas es, precisamente, la belleza. Y él la ve desde niño en  un paisaje nevado que le atrae hasta el punto de ponerse  en peligro. Percibe también la belleza de las flores del jardín parroquial que cuida con Mn. Valentí Lledós a su lado. De especial modo la capta en la música: de niño pertenece al coro parroquial y, ya fundador, insiste en que los niños de sus colegios reciban cultura musical.
Cuando describe  la consagración que su madre hace de él a la  Virgen de Valldeflors, sorprende el subrayado de la belleza:
“María…oh Hermosa y siempre pura (…) Vi una Señora de imponderable hermosura…mi madre habló largo rato en voz baja con aquella Beldad (…) yo posé mis ojos (que los tenía fijos en la Hermosa) en los labios de mi madre…que volviéndose a la Bella (…) le dijo(…). Sí, yo la vi, yo vi aquella Beldad…yo os vi, oh bella María”
El niño Manyanet vive la  experiencia sublime de lo religioso como una manifestación de Belleza. Este hecho lo marcará para siempre. Y será un buscador   y creador de belleza: amará también las buenas lecturas, la compañía de los libros; y los escribirá. La belleza del amor la descubrirá en la familia. Y su amigo Gaudí la plasmará en un Templo universal: la Sagrada Familia,  de Barcelona.
B de    bonaventura
El dulce nombre de su madre va unido a su primera experiencia religiosa. Y va unido al concepto de mujer fuerte que Manyanet admira. Su madre será su guía y la persona  que más influirá en su crecimiento cristiano y también humano pues gracias a mil sacrificios logrará que ese pequeño, dotado de excepcional inteligencia, pueda acceder al sacerdocio. Y desde ese ministerio Manyanet tocará la Belleza y la repartirá.
B de    Barbastro
En Barbastro despierta la vocación religiosa que Manyanet lleva en el alma. Admira a los religiosos escolapios y sueña en ser como ellos. No lo será pero guardará gratitud eterna a su fundador, San José de Calasanz.
En Barbastro recibe, el 30 de mayo de 1849, el sacramento de la confirmación que lo prepara definitivamente para el sacerdocio. Tiene 16 años.
B de    bonaventura Mullol.
El 4 de agosto de 1870 profesa en su manos un joven que será su gran colaborador: Bonaventura Mullol, el único del grupo inicial de los religiosos de la Sagrada Familia que permanecerá  fiel y morirá en el Instituto hermano. Ocupará desde el principio cargos de responsabilidad y sucederá al P. Manyanet como Superior General de los Hijos e Hijas de la Sagrada Familia a la muerte de éste. Guardó siempre una entrañable y estricta fidelidad a Manyanet.
Así, entre una mujer, su madre, y un compañero, se escribe la buena aventura que Manyanet vivió  en su vida. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A ...A LA Z...

 
A de    amor al Dios que se hace familia
Manyanet entiende  la familia como esa matriz afectiva donde el niño/a se forja persona. La familia, suma belleza de expresión amorosa, forja un mismo sentir, un mismo pensar, un mismo obrar a la vez que respeta profundamente la individualidad de cada ser.Por eso se enamora del Dios que quiso ser familia, del Dios pequeño llamado a crecer en nuestros corazones.
El amor al Dios Familia le lleva  a hablar constantemente de la Trinidad del Cielo y la Trinidad de la Tierra. Formar parte de Nazaret, vivir en la Trinidad de la Tierra, es anticipar ya aquí la gloria de vivir en la del Cielo.
El amor de Manyanet a Dios tiene una fuerte dimensión trinitaria.  Si otros santos han destacado por su cristocentrismo, el camino de  Manyanet es absolutamente trinitario. Su unión e intimidad con Cristo, sus largas noches de oración, su deseo de asemejarse a Él, hallan su hontanar en la vida en el Espíritu que alimenta y nutre su fe como camino hacia el Padre. Nazaret es el campo de su contemplación y la pérgola que lo eleva a contemplar – ver con el corazón – a Dios en su misterio Trinitario.
A de    apóstol
Manyanet fundó a los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José y a las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, con la misión de imitar, honrar y propagar el culto de la Sagrada Familia de Nazaret y procurar la formación cristiana de las familias, Llamado a presentar al mundo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, escribió varias obras y formas de devoción, como el Trisagio a la Sagrada Familia, fundó la revista La Sagrada Familia y promovió la erección, en Barcelona, del templo expiatorio de la Sagrada Familia, obra del arquitecto siervo de Dios Antonio Gaudí, destinado a perpetuar las virtudes y ejemplos de la Familia de Nazaret y ser el hogar universal de las familias. Estas iniciativas eran fruto de su contemplación y también de su sensibilidad social y eclesial.
El Espíritu forjó su personalidad para que fuera en la Iglesia testigo del misterio de salvación realizado en el seno de la Familia de Nazaret y le envió como mensajero del “Evangelio de la familia”. Su gran aspiración era que “todas las familias imiten y bendigan a la Sagrada Familia de Nazaret”; por ello, quiso hacer un Nazaret en cada hogar, una “Santa Familia” de cada familia.
Supo buscar siempre la creatividad apostólica que le llevó a crear nuevas formas para dar a conocer el evangelio. En el fondo, su principal apostolado fue su santidad que, como afirmó Juan Pablo II, tiene su origen en la Sagrada Familia.  

miércoles, 31 de octubre de 2012

EL HOGAR DE NAZARET (y III)




                                    EN EL HOGAR DIOS SE “MUJERIZA” 

Si nos trasladamos a  la época de Jesús no podemos poner en duda que María fue, como toda mujer de su tiempo, el puntal de aquella familia. Por lo menos, el puntal visible porque es obvio que José, desde el anonimato, fue fiel a la misión de custodio que había recibido de lo alto.

No cabe duda de que María influyó en Jesús como pretende hacerlo toda madre. De hecho educar es la voluntad de influir, de forjar. Ella le enseñó a hablar, caminar, rezar…Ella le dio una mirada positiva sobre sí mismo, sobre el mundo y, muy especialmente, sobre Dios.

Pero María dio también a Jesús una mirada distinta a la que tenían los muchachos de aquella época. Creo que gracias a la profunda admiración que Jesús niño, joven y adulto, sintió por su madre, tuvo una mirada sobre la mujer en general que no poseían otros hombres. Jesús adulto es capaz de comprender a la mujer en todas sus facetas: la del miedo ante el parto (Jn 16,21), la de su capacidad de sufrir e interceder por otros incluso en hechos que parecen triviales,  como ve hacer a su madre en Caná (Jn 2,1ss), la de la dispersión afectiva que tan bien se refleja en la samaritana (Jn 4) la del miedo e impotencia para cambiar las cosas en un mundo gobernado por hombres (Jn 8)sus celotipias (Lc 10,40), su capacidad para la ternura (Jn 12) su fortaleza interna y su capacidad de olvido de sí misma ante el dolor ajeno (Jn 19,25-27) y muchos otros aspectos que nos llevan a concluir que Jesús, que no se casó, sintió una profunda admiración por la mujer. Tanto que comenzó a ver al Padre bajo el manto de ternura femenina, que comenzó a conocerlo Madre y no dudó en hacerlo, en sus parábolas, absolutamente femenino.

 De hecho, el relato maravilloso del  hijo pródigo no necesita la figura de la madre porque el “padre” ha ocupado su lugar, se ha mujerizado. Espera contra toda esperanza, como saben hacerlo las madres, el regreso del pequeño y cuando lo ve venir no se comporta como un padre herido sino como una madre que no puede esperar a abrazar al hijo que tanto le ha disgustado. Y con detalle y mimo es un padre-madre que se percata de los celos del mayor y sale a buscarlo, a hablar con él…

Jesús no duda en mujerizar al Padre y nos habla de la mujer que busca una dracma perdida, de la mujer que amasa pan, de la que enciende una lámpara…El último acto libre de Jesús es un gesto absolutamente femenino porque, en ausencia de esclavos, era la mujer quien lavaba los pies.  

En Nazaret hay un salto imperceptible pero muy importante. Nazaret supone pasar de ser  pueblo a ser familia. Un pueblo necesita un líder, un guía. Una familia necesita una madre (o alguien que sepa dar lo que ella daría). Por eso Jesús en la cruz no nos deja un sucesor suyo – el que había nombrado estaba escondido- sino una madre. Pese a que seguimos hablando de la Iglesia como pueblo de Dios me parece obvio que Jesús, que disfrutó de su familia y no formó una familia humana de la que tener hijos, no puede dejar de crear una familia. Y al frente de ella pone a María.

Siempre me ha resultado sorprendente la enorme devoción que manifiesta y promueve la jerarquía eclesiástica. Pienso que algo falla en su autenticidad porque al mismo tiempo aleja de su seno a cualquier mujer; basta ver las tareas que los párrocos suelen encomendar a las feligresas…

Hace años se suscitó una cierta polémica al recordar que según no sé qué canon la mujer no puede poner el pie en el presbiterio. En un pueblo las mujeres se quedaron aquel día más tiempo del habitual en la Iglesia y el párroco acabó por encargar a la feligresa de turno que cerrara. Y se fue. En ese momento las mujeres aprovecharon para bajar la imagen de María del presbiterio y dejarla en el centro de la iglesia con un cartel: “Ella también fue mujer”. 

Ojalá que también nuestra Iglesia se mujerizara…Y que como auténtica familia viviéramos unidos por un mismo pensar, un mismo sentir, un mismo actuar. Ojalá que todos experimentáramos la Iglesia como ámbito de crecimiento, de respeto y confianza, de perdón e intimidad, de servicio y reconocimiento del otro. De alegría.

Nazaret es casa encendida, hogar habitado que me espera. Paradigma de la Iglesia que necesitamos.
 

viernes, 26 de octubre de 2012

EVANGELIO: EL CIEGO DE JERICÓ



La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y  mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.
Bartimeo es "un mendigo ciego sentado al borde del camino". En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirle. Está junto al camino por el que marcha él, pero está fuera. ¿No es esta nuestra  situación? ¿Cristianos ciegos, sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?
Entre nosotros es de noche. Desconocemos a Jesús. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde se  encamina la Iglesia. No sabemos siquiera qué futuro queremos para ella. Instalados en una religión que no logra  convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al Evangelio, pero fuera. ¿Qué podemos hacer?
A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús  está su salvación: "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí". Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación.
Hoy se oyen en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. No se escucha la oración  humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia  cercana. Solo creemos en nosotros.
El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús que le llega a través de sus enviados: "Ánimo, levántate, que te llama". Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en  una religión convencional. Volver a Jesús que nos está llamando. Este es el primer objetivo pastoral.
El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y  se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: "Maestro, que pueda ver". Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y "le seguía por el camino".
Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto cualitativo que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia  nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos  apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndole de cerca.

CURARNOS DE LA CEGUERA

¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas.

No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al borde del camino» que lleva Jesús, sin tenerle como guía de nuestras comunidades cristianas.

¿Qué podemos hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida, está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión y comienza a gritar una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero: abrirse a cualquier llamada o experiencia que nos invita a curar nuestra vida.

El ciego no sabe recitar oraciones hechas por otros. Sólo sabe gritar y pedir compasión porque se siente mal. Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús no pasará de largo.

El ciego sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero escucha atentamente lo que le dicen sus enviados: «¡Ánimo! Levántate. Te está llamando». Primero, se deja animar abriendo un pequeño resquicio a la esperanza. Luego, escucha la llamada a levantarse y reaccionar. Por último, ya no se siente solo: Jesús lo está llamando. Esto lo cambia todo.

Bartimeo da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre tinieblas, «da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.

Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte.
J.A. PAGOLA

domingo, 21 de octubre de 2012

EL HOGAR DE NAZARET (II)



EL HOGAR, PRIMER ESPACIO PARA EL MILAGRO DE DIOS 
 
Constato y no sé si se debe a nuestra naturaleza o por deformación o por simple pereza, que tendemos a ser reduccionistas.  Para la mayoría de los mortales la palabra “milagro” evoca una curación inexplicable o  un hecho prodigioso que rompe las leyes naturales. La palabra milagro viene del latín y significa “maravilla”. Y nosotros hemos decidido que sólo es maravilla aquello que siendo palpable – como lo es que un ciego vea de repente- no entendemos. Olvidamos así que vivimos inmersos en la maravilla de Dios, es más, que somos la gran maravilla, el gran milagro de Dios. Del mismo modo que no hablo de la luz y vivo inmersa en ella, del mismo modo que no hablo del oxígeno que me da vida, hablamos poco del milagro constante que nos habita y en el cual habitamos. En Él nos movemos y existimos, ese es el gran milagro.  El gran milagro está  “en casa”.
He saboreado, desde esta perspectiva, los milagros que Jesús hace en una casa. Lo podemos contemplar curando a un paralítico que es bajado desde el techo, resucitando a la hija de Jairo, curando a la suegra de Pedro…y es que el hogar es ámbito de restauración, de curación, de vida. En el hogar escucha María a los pies de Jesús, se sientan a la mesa, comparten y se convierten. Cuando Judas sale del cenáculo se constata que era “de noche” porque en el hogar, esa matriz afectiva que nos teje, siempre hay o debería haber, luz y calor.
Si en el hogar se realiza el milagro de Dios es porque el hogar es ámbito de Mensaje, de buena Noticia.  La Palabra de Dios, viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, es capaz de crear lumbreras de día y lumbreras de noche, de separar aguas y tierras, de poblar de animales ambos espacios. Es capaz de entrar en una humilde casa y anunciar a María cuál es su misión. Entonces el milagro se produce. Y toda casa, toda familia, está llamada a ser el eco de esa palabra divina que nos da identidad.
En casa, en la familia, percibimos el mensaje que me dice quién soy yo y mi valor infinito: en el hogar se percibe el mensaje que me da una fisonomía, una identidad espiritual. No hay hogar “mudo” pues todo hogar es, por definición, un microcosmos que relata el mundo a ese niño que en él crece. Y con ese relato somos enviados. Lo que se me ha relatado sobre mí en el hogar, sobre los otros y sobre Dios, configurará el sentido de mi vida.
Para captar el mensaje hace falta silencio, vida interior. Si el hogar es cuna de gracia, si se parece al de Nazaret se convierte en ámbito de crecimiento. De desarrollo moral. Un hogar es fuerza centrípeta porque tiene una profunda vida interna; y es fuerza centrífuga porque el hogar siempre nos envía al mundo, siempre nos da, una vez revelado nuestro ser interior, una misión.
Fijémonos en los tres Sagrados personajes: la casa de María es arrollada por la presencia del Mensajero divino, a José se le ordena llevar a su casa a María. Ahí crecerá Jesús pero a los doce años se queda voluntariamente en el Templo, que es también su hogar; hogar trinitario, aunque ese aspecto aún permanece oculto. Cuando desciende a Nazaret queda claro que todo hogar debe ser, al mismo tiempo, Templo. El hogar de Nazaret es “casa de oración”. Experiencia de trascendencia.  Cuando al niño no se le da esa posibilidad, el hogar se convierte en “cueva de ladrones”.
Cuando Jesús, en su vida adulta, llene el mundo de  parábolas  nos hablará de una casa construida sobre roca y se admirará del centurión que sabe que no es digno de recibirle en su hogar; pero hablará con Zaqueo el pecador público y le pedirá que lo reciba en casa. Y es en la intimidad del hogar donde explicará a los apóstoles el sentido de las parábolas.  Jesús se halla a gusto en las casas. Lleva en su alma el hogar de Nazaret porque la familia, cuando es familia, es siempre “la patria portátil”.
Nazaret es “el hogar en que Dios no sintió añoranza del Cielo” (Cecilia Cros). Y no sólo eso: Dios aprende en Nazaret todas las lecciones de humanidad. Por eso hay que ir a Nazaret. Allí mi corazón encuentra lo que desea. Allí se me revela mi nombre y mi misión.
El milagro se realiza en casa.  
 
EL HOGAR  O EL OCULTAMIENTO DE DIOS 
 
El ocultamiento como Proyecto de Dios. Francamente, parece de lo más tonto. Porque cuando uno tiene un proyecto busca promocionarlo, darlo a conocer, hacerlo público. Pero el proyecto de Dios pasa por el ocultamiento. ¿Por qué será que Dios ama lo oculto?
A lo largo de muchos textos bíblicos vemos referencias a lo escondido, a lo interior.
“Me esconderá en lo escondido de su tienda”, afirma el salmista para expresar su seguridad en Dios (Salmo 27,5); Dios ordena a Moisés esconderse en una hendidura de la roca para que no pudiera verle al pasar junto a él (Ex 33,22); Elías elige una cueva para esperar al Señor en el Horeb (1Re 19,9)  Hasta que llega la afirmación del profeta:
“Tú eres un Dios escondido” (Is 45, 15). Por eso con la intuición del alma enamorada la novia del Cantar de los Cantares pide a su Amado ser ocultada: ¡Ay, llévame contigo, sí, corriendo, a tu alcoba condúceme, rey mío...! (Cant 1, 4) y afirma después: “Me introdujo en su bodega...” (Cant 2,4). Ella misma es para él “jardín cerrado y fuente sellada”  (Cant 4, 12).
Finalmente, Dios pide entrar en nuestra más profunda interioridad: "Mira que estoy a la puerta llamando: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos" (Apoc 3,20).
Decimos que Dios ha querido “ocultarse” en un hogar. Pero quizá lo estamos valorando desde nuestro prisma y esa afirmación es la primera que se nos ocurre al ver que Dios  no se manifiesta en el Templo de Jerusalén o en lugares “específicamente sagrados”. Si miramos más a fondo podemos descubrir que no  es que Dios se oculte, sino que con su presencia hace luminosa la grandeza de toda familia. Que Dios se haya hecho familia es todo el comentario que la familia merece. Nada de lo que podamos decir supera la acción divina: quiso ser familia.
Y desde que Dios es familia no existe otro referente para el ser humano que la familia de Nazaret.

jueves, 18 de octubre de 2012

EL HOGAR DE NAZARET (I)




DE LA TIENDA AL HOGAR 

Para adentrarnos más en el Misterio de Nazaret creo que es indispensable echar la vista atrás y ver cómo en el Antiguo Testamento se nos habla en numerosas ocasiones de la Tienda del Encuentro. Porque la Encarnación del Hijo de Dios supone pasar de vivir en una Tienda a vivir en un Hogar. La diferencia es abismal.

El pueblo peregrino que lidera Moisés encuentra la presencia de Dios en una tienda que recibe el precioso nombre de “Tienda del Encuentro”. En cada etapa de su peregrinar Moisés planta la Tienda de Dios y todo aquel que desea encontrarse con él va a la Tienda. La Tienda, no obstante, y creo muy significativo el dato, se plantaba siempre “fuera del campamento” (Ex 33,7)

En los momentos en que la presencia de Dios se hace epifánica la Nube se posa sobre la Tienda. (Ex 40,34). La Tienda del Encuentro va siempre con Israel; cuando David, que habita en palacio, siente remordimientos por vivir bajo techo mientras Yahvé  vive en una Tienda y piensa en construirle una casa digna, recibe la visita del profeta Natán en la que se le dice que Dios no desea otra morada que la Tienda. Pero en el precioso mensaje que luego se convierte en diálogo, Yahvé le dice a su siervo David que no es él quien tiene que construirle una casa sino que Él mismo se la construirá y que lo hará a través de su estirpe. Nacerá alguien de su linaje al cual Yahvé será Padre y él será Hijo. (1 Cr 17).  A muchos siglos de distancia se repite, en cierto modo,  la escena en la cual Yahvé hizo salir a Abraham de su tienda para mostrarle un inmenso cielo cuajado de estrellas, signo de su descendencia.

Porque no es en la Tienda sino en el Hogar.

La Tienda significa provisionalidad, el Hogar permanencia.

La Tienda se plantaba fuera del campamento, el Hogar está en medio del pueblo.

La Tienda fue construida por los hombres, el Hogar fue tejido por Dios.

Sobre la Tienda se posaba la Nube, en el Hogar vivía la Nube. 

Yahvé no admite Hogar pues éste es el ámbito del Hijo.  Y es que el Hogar es siempre, filiación.  

Y VINO A LOS SUYOS… 

Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios quiso crecer en un hogar.  Resulta conmovedor que cuando la Sagrada Familia va a Belén y se cumplen los días para dar a luz no halle sitio en el hostal. Dios no quiere un espacio que, de nuevo, significa provisionalidad. Pero vayamos antes a sus padres.

Sabemos que el ángel Gabriel “entró en casa de ella” para cambiar el curso de la humanidad. Y José la recibió en su casa para ser el cauce del torrente divino que, a través de María, llegaba a todos los hombres. A partir de ahí formarían un hogar único pues en él crecería Dios en humanidad y ellos iban a ser la forja. Si Manyanet  nos envía continuamente al hogar de Nazaret no es tanto porque éste sea un hogar modélico que podamos imitar o porque sea el ámbito donde aprendemos – que también- sólidas virtudes. Nos envía allí porque sólo allí se vive en el Espíritu. En efecto, sabemos que María está poseída por Él, que José es justo, es decir, santo, hombre de Espíritu, y que Jesús se encarna por obra del Espíritu y vive de Él y por Él.

La vida interior no es otra cosa que vivir en el Espíritu y el hogar de Nazaret es su morada. Allí se nos da la Filiación, la vida esponsal – alianza definitiva- y la misteriosa paternidad. Vivir en Nazaret es descubrir que somos llamados a vivir como hijos de Dios pero también a engendrarlo y custodiarlo, como hicieron María y José.

Vivir como hijos. Vivir día a día la Alianza de Dios con nosotros.  Engendrar vida. Custodiar a Dios y “hacerlo crecer”. He aquí el programa del hogar de  Nazaret.

lunes, 15 de octubre de 2012

EL CINCEL DE DIOS

 
Considero que es un auténtico don de Dios saber hablar de las cosas más importantes...con humor. Disfrutenlo.