«Vosotros sois la sal de la
tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para
nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
«Vosotros sois la luz del mundo.
No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen
debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que
están en la casa. Brille así vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5,13-16)
En el contexto del Sermón de la
montaña, que se considera la síntesis del pensamiento y mensaje de Jesús, nos
encontramos con dos imágenes cotidianas:
LA SAL. La sal era muy apreciada en el mundo antiguo (de ahí la
palabra salario pues se pagaba a veces
con sal) y se vendía en trozos en la plaza. Se cortaba y siempre caía sal al
suelo que ya no servía pues era pisoteada. Así, el cristiano separado de Cristo…ya
no da sabor.