E de Espiritualidad
Espiritualidad Trinitario-Nazarena
Si otros
santos han destacado por su cristocentrismo, el camino de Manyanet es
absolutamente trinitario. Su unión e intimidad con Cristo, sus largas noches de
oración, su deseo de asemejarse a Él, hallan su hontanar en la vida en el
Espíritu que alimenta y nutre su fe como camino hacia el Padre. Nazaret es el campo
de su contemplación y la pérgola que lo eleva a contemplar – ver con el corazón
– a Dios en su misterio Trinitario.
En este
sentido, la figura de Desideria, creada por él en La Escuela de Nazaret, no es otra cosa que el trasunto del alma del
Padre. En efecto, Desideria – San José Manyanet- va a Nazaret llevada de su
profundo anhelo de santidad. Allí aprende que “la santidad es posible”; para
ello hay que entrar en la escuela de
Nazaret, aprender, hacerse discípulo y llevar, como en un taller, todo lo aprendido a la práctica. Manyanet tiene un profundo
sentido de filiación y se acerca a Jesús, María y José como “hijo”. Les habla
con total confianza y escucha atentamente sus enseñanzas. Nazaret se ha
convertido en su hogar espiritual del
cual nunca se ausenta; es más: es un templo
en el que habla a los tres Sagrados personajes. Vivirá pues la espiritualidad
de Nazaret que es hogar, escuela, taller y templo.
Y de Nazaret saldrá para servir a los
hermanos. Manyanet es hombre de gran
actividad, quizá porque es profundamente contemplativo. Y en el corazón de
Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu, acierta a comprender qué necesita
profundamente la sociedad del siglo XIX.
Por eso desea hacer de cada familia un hogar a imagen de la Familia de
Nazaret, contando con la participación de los laicos. Manyanet es el santo que
ha penetrado en el misterio trinitario como inspirador de la santidad personal
a la cual todos estamos llamados, como modelo de vida religiosa y como
prototipo de familia.