sábado, 24 de enero de 2015

DEJA TU BARCA...


Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»  Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.  Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.»  Al instante, dejando las redes, le siguieron.
Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes;  y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él. (Marcos 1,14.20)


En los inicios de la vida pública, Jesús llama a los que han de ser sus colaboradores más directos. Han apresado a Juan Bautista y Jesús se retira a su provincia, la Galilea de los gentiles. Allí comienza a predicar y sus palabras de hoy resumen lo que glosará durante tres años aproximadamente.

DIOS ESTÁ CERCA. Es tanta la cercanía de Dios que, con frecuencia, no lo percibimos, no lo vemos. Como no percibimos el aire que nos da vida o la luz que nos envuelve.
Nos damos cuenta de los objetos y personas que están a cierta distancia, pero no de aquellas realidades que nos envuelven. Y Jesús nos avisa: Dios está cerca. Cerca está alguien que viene pero que ya ves; y Dios está viniendo continuamente a mi vida y, si presto atención, puedo “verlo”. La cercanía de una persona es algo que valoramos. Son muchos los que alaban al papa Francisco por ser cercano. Dios es tan cercano a mí que, respetando mi profunda identidad, es más íntimo a mí que yo mismo.

CONVERTÍOS. El orden en que Jesús dice las cosas es un programa didáctico. Primero expone la razón, el sentido que justifica el imperativo que luego vendrá. No al revés. La exhortación a la conversión es una indicación que cae por su propio peso cuando se ha asimilado la noticia de que Dios está cerca. Si está cerca, si viene a mí…yo no puedo estar de espaldas. Es preciso girarse, darse  la vuelta y acoger el abrazo de Dios.  
Aquellos que son padres, educadores etc podrían preguntarse si dan primero el sentido de lo que luego van a pedir. Aunque sea más…lento.

BORDEANDO EL MAR DE GALILEA…
Jesús llama a dos parejas de hermanos. Simón y Andrés, Juan y Santiago. Los cuatro están en su vida cotidiana, en su rutina. Y en medio de ella pasa Jesús. Los cuatro tienen los sentidos aguzados, los cuatro son tan receptivos que no tardan en reconocer la voz de Dios. Un Dios que normalmente se manifiesta en mi rutina. Sólo cuando no está empapada de Dios, la cotidianeidad puede resultar un fardo pesado y un sinsentido. Cuando sé descubrir a Dios en el día a día, la vida es una pasión y una aventura.

SE DEJA PORQUE SE SIGUE. Los pescadores dejaron sus redes y yo debo dejar también. Pero el acento está en la alegría de seguir y eso hace que aquello que se deja – familia, país, comodidad…- no sea una carga nostálgica. Cuando la mirada está en Jesús se deja con alegría todo aquello que obstaculiza el seguimiento. Dejar por dejar es absurdo.


TEMO AL DIOS QUE PASA. Eso decía San Agustín. Porque Dios pasa cada día en cada momento y cada día y cada momento es una llamada que no se repite. Abramos los oídos del alma y limpiemos los ojos con las lágrimas de dolor por los hermanos que sufren, como dice Francisco. Quizá después de haber llorado mucho nuestra mirada será limpia y veremos a Dios en todas las cosas. Llamándonos. 

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