Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí
viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.
«Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea
manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu
que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía
pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: `Aquel sobre quien veas que
baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu
Santo'. Y yo le he visto y doy testimonio de que ése es el Elegido de
Dios.» (Jn 1,29-34)
JUAN Y JESÚS ¿QUIÉN
EL MAYOR?
Para los que hemos nacido en la
cultura cristiana la figura de Juan el Bautista es, con toda su grandeza, la
del Precursor que preludia y anuncia la llegada esperada del Mesías e Hijo de
Dios. No obstante, la escuela del Bautista tuvo numerosos seguidores y por ello el evangelista Juan parece tener
interés en dedicar todo el primer capítulo de su libro a contraponer las
figuras de Juan y Jesús dejando muy claro quién es el mayor, algo que los
judíos de la época no acababan de ver. Desde el prólogo el evangelista afirma
de Juan Bautista: No era él la luz, sino
el testimonio de la Luz (Jn 1,8). A continuación nos presenta a Juan
reconociendo la superioridad de Jesús: Yo
no soy digno de desatarle la correa de las sandalias (Jn 1,27). En la
escena de hoy se pone en boca de Juan
Bautista la fe de la Iglesia: este es el Hijo de Dios. (Jn 1,34)
El evangelio de Juan está
escrito para cristianos conocedores del
judaísmo pero inmersos también en el mundo griego. La cuestión de si Juan Bautista era mayor que
Jesús de Nazaret no era una cuestión trivial. Juan sigue teniendo hoy en día
sus seguidores…Pero el evangelista Juan deja claro que el mismo Juan Bautista
reconoce reiteradamente la superioridad de Jesús. Es más: le entrega sus
mejores discípulos. Porque él es sólo la voz que clama, que anuncia.
EL CORDERO DE DIOS
En la misa repetimos cuatro veces
esta expresión. Una expresión que tiene raíces profundas que es preciso conocer
pues la afirmación de Juan el Bautista ha generado un gran debate.
El cordero pascual
El mundo judío tenía un claro
sentido de la expiación de los pecados. Cada día se ofrecían en el Templo dos
corderos, uno por la mañana y otro por la tarde, para reparar y expiar toda
culpa. En este sentido, la afirmación de Juan dejaría claro que ningún sacrificio de animales puede redimirnos
del pecado. Sólo Alguien capaz de tomar sobre sí todo el mal del mundo podría
hacerlo. Pero esa es una tarea imposible para todos. Por eso Juan señala que
Jesús se ofrecerá, como se ofrecen los corderos, por el pecado del mundo. Él sí
puede.
Por otra parte la misma palabra
hebrea que significaba cordero quería decir también “siervo”. Y Siervo es un
título de gloria, como vemos en la primera lectura del profeta Isaias. En sus
escritos, Isaias (53,4.12) habla del Siervo
doliente que carga sobre sí nuestro mal. Así que cabe interpretar que Juan
el Bautista podría usar la palabra en este sentido…
Tenemos, además una clara alusión
al cordero pascual, cuya sangre
roció los dinteles de las puertas salvando así de la muerte a sus habitantes,
según relata el Éxodo. De hecho Juan relata la pasión de Jesús en clave de
cordero pascual inmolado.
Finalmente hay que aludir al
Cordero Victorioso del Apocalipsis, vencedor sobre la muerte y el pecado.
YO LO HE VISTO Y DOY TESTIMONIO. Ver, en la biblia, significa
experimentar. “Ver la muerte” es morir. Por eso Moisés no puede ver a Dios
cuando se lo pide…”A Dios nadie le ha visto jamás”. Pero Juan, como profeta, sí
lo ha experimentado. Y eso es lo que nos pide el evangelio de hoy: no sólo Juan
debe abrir caminos a Jesús, también yo. No sólo Juan debe bautizar con agua,
también yo (lo del fuego queda para Dios); no sólo Juan debe ser voz que clama
en el desierto, también yo. No sólo Juan debe retirarse ante la llegada del “novio”
también yo; no sólo Juan debe ser antorcha encendida que da luz y calor,
también yo.
Y no puedo ser testimonio si no
vivo, si no experimento a Dios.
Para eso tengo la eucaristía y el
poder decir: Cordero de Dios…
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