No
conozco al nuevo Papa. Ni siquiera había leído su biografía. Pero me ha caído
bien de entrada: porque lo primero que ha hecho es mostrar humor al aludir a lo
lejos que se ha ido a buscar el obispo de Roma, y porque lo segundo, lo “prima di tutto”, ha sido hacernos rezar por
el Papa emérito, Benedicto XVI. Y, porque antes de dar la bendición urbi et
orbe, ha pedido la bendición y oración de todos por él, inclinado en profunda
oración.
Buscando
algo de su perfil me han interesado estas palabras que reproduzco en este blog
que suelen leer los Laicos Nazaret.
Se
trata de una entrevista, realizada en noviembre
de 2011 al despedirse de la presidencia de los obispos
argentinos. En ella hace un repaso por
la situación de la Iglesia y habla de los laicos. Sobre ellos afirma que corren
peligro de “clericalización” y que en ese desarrollo tienen tanta
responsabilidad los sacerdotes como los mismos laicos ya que “es más fácil ser
monaguillo que protagonista”.
¿Cómo ve a
los laicos en la Argentina? se le pregunta.Y el ya Papa Francisco I contesta: “Hay un
problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas
tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta pero es como
contagiar lo nuestro. Y los laicos --no todos pero muchos- nos piden de
rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que
protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una
complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser clericalizado. El laico es
laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, lo cual lo
habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma sociedad, para crear y
sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un púlpito sino desde su vida
cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del
laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le
dio Dios para eso”.
Que Dios bendiga a este Papa y que los laicos
asumamos la fuerza del bautismo.
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