sábado, 26 de septiembre de 2009



QUIERO SER DESIDERIA Y OIR ESTA VOZ...

Déjate seducir por Él y camina, Desideria, tras sus pasos.

Llévale el agua de tu pecado a Caná para que, convirtiéndola en vino, su Gloria se manifieste en ti.

Ve con Él a la orilla del lago y ofrécele tu barca, déjale que se suba en ella, que se duerma en ella, que desde ella calme todas tus tempestades.

Síguele por los caminos, deja tu casa y los tuyos, tu oficio y tu tierra. Cánsate por Él y con Él.

Súbete con Zaqueo al árbol, asciende sobre ti misma y deja que pose en ti su mirada. Alborózate porque quiere morar en tu casa.

Grita con el ciego:”¡Señor, que vea!”. Llévale también tus pasividades, tus parálisis, tus manos secas para el bien, la lepra de tu corazón, los demonios que te convulsionan. Ten fe, Él es el médico, la Salud del mundo. Recibirás más de lo que pides, se te dará el perdón de los pecados.

Acércate a Él por detrás cuando sientas que la vida se te escapa, cuando la derrochas, cuando, como la hemorroísa, la pierdes: tócale la orla de su manto y póstrate ante Él cuando te llame.

Escucha su voz, tú que estás muerta a la Gracia, siente su mano tirando de ti y su voz ordenándote: ¡Levántate!.

Reposa con Él en Betania, arrodíllate y escucha su Palabra, deja saciar tu sed, acoge al Amigo. Úngele con el perfume de tu amor.

Inclina, como Juan, tu cabeza en su pecho, hazlo más íntimo a ti que tu propia intimidad. Y cuando le niegues, como Pedro, llora, llora hasta que surcos tengan tus mejillas.

Come su Pan, bebe su Sangre. Adora, devota, y canta el Misterio.

Sólo así le acompañarás a Getsemaní, a esa noche en que tú, tú debes consolar al Vivo Desconsuelo. A esa noche en que tu debes ser luz para la Luz, guía para el Pastor.

Por el camino de la cruz, no le abandones. Que te lacere el alma cada caída y conviértete en nueva Verónica. Deja que tu corazón seque, enjuague el Rostro de Cristo y que en ti quede por siempre impresa la Santa Faz.

Síguele, aunque temas, hasta el Gólgota. Sacia su sed, recibe su perdón, acoge a su Madre, espera su Paraíso.
Permanece, Desideria, junto a la Cruz y que tus lágrimas sean su consuelo. Él muere por ti. Refúgiate en su costado abierto para que, en dulce intercambio, Él siga viviendo en ti.

Recibe con María su cuerpo yerto, besa sus heridas, acaricia su rostro. Acuna tanto sufrimiento a ti debido.

Y en la mañana del domingo vuelve al sepulcro, sorpréndete, alégrate, exulta con los ángeles:¡El ha resucitado!.

Que el fuego de la Pascua haga arder tu corazón cuando vayas comprendiendo sus palabras.

Y vuelve a Galilea. Y de Galilea regresa, regresa siempre a Nazaret, vuelve a tu amor primero.
Vivirás allí el inicio de esta historia de Salvación que cada día debes cantar.
Hallarás en María y José los guías.
Sí, siempre sí.
Hónrate por ser de Nazaret, hogar en el que Jesús nunca sintió añoranza del cielo.
Allí comenzó la historia que todos llevamos escrita en el corazón.
Allí encontrarás lo que tu corazón desea.

1 comentario:

  1. Quiero dejarme seducir por El.Que venga a mi barca y calme mis tempestades. Señor, quiero ungirte con el perfume de mi amor, recostar mi cabeza en Ti.Te entrego mi barro, cólmame de tu agua viva,para ser anuncio de tí y sentir el gozo de tu presencia, que me invade y me transforma en vasija nueva y vivir con la certeza que Tú, el Dios vivo, nos enciendes en el fuego de tu amor.

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