SABER BEBER
Últimamente todos los médicos te
prescriben agua. Si tienes la tensión alta, agua; si tienes problemas de riñón,
agua; si de hígado, agua; si colesterol, agua; si…,agua. Hemos tardado en
descubrir lo sano que es beber y ahora parece que el agua lo cura todo menos
los pies planos.
Pero el otro día mi médica afirmó
con rotundidad que no sabíamos beber. No que no bebiéramos, sino que bebemos
mal. Vaya por Dios. Debió ver mi cara porque aclaró enseguida el concepto:
- Hemos aprendido que el cuerpo necesita de dos a tres litros de agua diarios. Pero uno no puede beber tres vasos seguidos. Nos encharcamos y, al final, acabamos aborreciendo ese “tener que beber”. Hay que beber a pequeños buches. Beber aunque no tengamos sed. La sed no tiene nada que ver. Hay que beber para hidratar el cuerpo…
- Hemos aprendido que el cuerpo necesita de dos a tres litros de agua diarios. Pero uno no puede beber tres vasos seguidos. Nos encharcamos y, al final, acabamos aborreciendo ese “tener que beber”. Hay que beber a pequeños buches. Beber aunque no tengamos sed. La sed no tiene nada que ver. Hay que beber para hidratar el cuerpo…
Me dejó pensativa. De nada sirve ir a misa los domingos, por
ejemplo, si en toda la semana no he hidratado el alma con oración. No se trata
de estar un día dos horas ante el Sagrario. Se trata de esos pequeños buches
diarios que alimentan e hidratan mi corazón. No importa que no tenga ganas, que
no tenga sed. Hay que beber pequeños buches de Dios. Ahora todos van con una
botella. Tener el agua a mano parece ya imprescindible. ¿Cómo procuro yo tener
a Dios “a mano”?
Porque hay que beberlo
continuamente.
Para hidratar el corazón.
Que bello,hidratarnos de Dios,llenarnos de El. Dios siempre está presente,nos habita, pero nosotros a veces nos olvidamos de esa presencia divina y es necesario beber buches, beber de su agua viva, para crecer en su amistad y en su amor. Dios te bendiga
ResponderEliminar