lunes, 31 de marzo de 2014

LA PEREZA: DE PECADO CAPITAL A PECADO POPULAR


Cada vez me divierte más la condición humana. Porque hay que ver cómo nos las arreglamos para engañarnos o para, como diría Isaias, llamar bien al mal y mal al bien. Los que trabajamos con jóvenes sabemos de sobra que hay un pecado capital que goza de gran prestigio. No he encontrado a nadie que confiese sin cierto rubor que no sabe vivir sus pulsiones sexuales como debería (aunque a lo mejor no coincida con nuestros parámetros ni de lejos) o que no sienta vergüenza de confesarse envidioso. Pero son muchos los que te dicen con una sonrisa de oreja a oreja: “es que soy muy vago” “No, si es que la pereza me puede”, “Yo sé que puedo pero…me da pereza!”.
Parece que la pereza no avergüenza. El responsable, el que curra a conciencia, no lo pregona. Pero el perezoso sí. “Soy muy vago”. ¡Y sonríe!

El tiempo de ocio, que ha sido una conquista laboral, se ha convertido también en una trampa que las palabras reflejan bien. Hemos aprendido a llamar al tiempo de no-trabajo “tiempo libre”, como si aquel en el cual desarrollamos todas nuestras capacidades fuera tiempo de esclavitud.
Hoy voy a detenerme en el que yo considero el pecado más, más capital de cuantos existen. La pereza, palabra que etimológicamente significa “flojo”. Veamos tipos de pereza:

PEREZA FÍSICA: es quizá la más conocida y la que menos aceptamos socialmente en grandes dosis pero practicamos todos a pequeña escala: esos cinco minutos que alargamos en la cama, esa búsqueda de la postura más cómoda, esa negación a agacharnos para recoger un papel…Obviamente, si esto crece, ofrece ya un cuadro que rechazamos pues se acerca a la apatía. Y eso, como mínimo, es poco elegante.

PEREZA MENTAL  Los jóvenes suelen ceñir este tipo de pereza al estudio. Pero ese es sólo un aspecto. ¿Qué pasa con la pereza de enfrentarse a las grandes preguntas existenciales como ¿quién soy, cuál es mi misión, de dónde vengo, qué es la felicidad…existe Dios, qué es el amor…? Uno puede ser inquieto, nervioso, no parar un momento y creer por ello que no es perezoso. Hay gente activa muy perezosa. Porque hace para no pensar, actúa para evadirse de la actividad más importante del ser humano: reflexionar.
Un síntoma de pereza mental es el miedo al silencio, tan extendido hoy. Qué bien venía, hace años, la costumbre de sumergir a los jóvenes tres días en el silencio haciendo no ejercicio físico sino “ejercicios espirituales”. Pero hoy se tiende a pensar en común  y muy poco a estar sólo. No pensar implica no vivir, no tomar decisiones, no disfrutar de verdad. La diversión de muchos pasa por la música a todo volumen, los cascos permanentes, el bullicio y el botellón. Imposible crecer así.
Pensar necesita soledad, atención a lo esencial y capacidad crítica. Ningún invento, ningún adelanto, ninguna obra de arte es fruto del ruido. El inventor y el artista se retiran para crear. Y no hay creación más importante que la de forjar la propia personalidad, sustentar opiniones, tener ideas propias. La protagonista de "Lo que el viento se llevó”, Escarlata O’Hara, es una mujer activa pero muy dada a la pereza mental. Su estribillo es “Tengo que pensar, tengo que pensar…ya pensaré mañana”. Y aunque salva Tara… fracasa su vida.


PEREZA ESPIRITUAL  Si se practica la pereza mental se practica también la espiritual, pues van muy unidas. Pero vamos a ver cómo es un tipo de pereza…muy frecuente en el cristiano. Damos por sentado que seguimos a Cristo pero ¿leemos cada día el evangelio? ¿leemos libros para el espíritu, leemos los clásicos de la Iglesia? ¿leemos las encíclicas o documentos de la Iglesia? ¿Nos formamos teológicamente?
Y más a fondo…¿nos preocupamos de crecer en virtud, de responder la llamada a la santidad? O ¿aceptamos perezosamente nuestro defectos con un “yo soy así” que nos congela en el enanismo? Resulta curioso ver confesionarios vacios…lo cual es todo un síntoma de pereza espiritual. De no querer crecer.
El s. XXI es el siglo del laico. Pero necesitamos un laico formado, un laico sin pereza espiritual.
El verbo de Nazaret es crecer. Y no hay enemigo mayor para el crecimiento que la pereza. El perezoso es como un jardinero que recibe un terreno y semillas de gran calidad…y decide ponerlas en el congelador de la nevera.
He comenzado diciendo que la pereza me parecía el gran pecado capital. Porque se puede ser iracundo – como San Pablo- y un gran santo. Se puede ser lujurioso – como San Agustín – y un gran santo. Cierto que no fueron santos con esos pecados porque los fueron limando y fueron alejándose de ellos. Eran pecados que no cerraban el camino. La pereza sí. Porque ya no te pones en camino sino que te tumbas en el punto de partida.
Pidamos a Dios que nos aleje de la pereza. Y si no…”un buen bastón”. 

1 comentario:

  1. CONFIESO QUE ESPERO , CON UN " FISCO "DE IMPACIENCIA , QUE LLEGUE EL MOMENTO ÉSTE . ME CONDUCE DIRECTAMENTE AL CORAZÓN Y ME AYUDA A MEDITAR , A REFLEXIONAR , A PENSAR DE FORMA REAL EN CUÁNTAS CUESTIONES NOS SACUDEN ; SOY " ADICTA " A LAS HOMILÍAS DEL PAPA , A ESTA SESIÓN , A LA ESCUCHA DE CANTOS RELIGIOSOS ... PERO , ESCUCHAR A DIOS EN EL SILENCIO , PENETRAR EN LA PALABRA PARA ENCONTRAR LA PAZ Y EL DESCANSO QUE SÓLO SE CONSIGUE EN EL ENCUENTRO DIARIO CON DIOS . OJALÁ ME CONFORTARA SIEMPRE SU PALABRA ! HAZ QUE NO ME OLVIDE NUNCA LA MISIÓN QUE ME ENCOMENDASTE : SERVIR CON ALEGRÍA , TRABAJAR PARA QUE TODOS TE CONOZCAN , PADRE . LAS BASES ESTÁN PUESTAS , ES CRISTO , NOSOTROS SOMOS SERVIDORES QUE RECIBIMOS DE DIOS UNOS DONES , QUE DIOS HACE CRECER PARA QUE NUESTROS CUERPOS SEAN TEMPLO DE DIOS . ¡DEJA ENTRAR AL SEÑOR , CUENTA CON ÉL , DÉJATE ATRAPAR POR SU ESPÍRITU ! DIOS NOS AMA AÚN EN NUESTRA DEBILIDAD , ¡ DIOS OS BENDIGA ! BESOS FRATERNALES .

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