jueves, 8 de noviembre de 2012

MANYANET DE LA A ...A LA Z...

 
A de    amor al Dios que se hace familia
Manyanet entiende  la familia como esa matriz afectiva donde el niño/a se forja persona. La familia, suma belleza de expresión amorosa, forja un mismo sentir, un mismo pensar, un mismo obrar a la vez que respeta profundamente la individualidad de cada ser.Por eso se enamora del Dios que quiso ser familia, del Dios pequeño llamado a crecer en nuestros corazones.
El amor al Dios Familia le lleva  a hablar constantemente de la Trinidad del Cielo y la Trinidad de la Tierra. Formar parte de Nazaret, vivir en la Trinidad de la Tierra, es anticipar ya aquí la gloria de vivir en la del Cielo.
El amor de Manyanet a Dios tiene una fuerte dimensión trinitaria.  Si otros santos han destacado por su cristocentrismo, el camino de  Manyanet es absolutamente trinitario. Su unión e intimidad con Cristo, sus largas noches de oración, su deseo de asemejarse a Él, hallan su hontanar en la vida en el Espíritu que alimenta y nutre su fe como camino hacia el Padre. Nazaret es el campo de su contemplación y la pérgola que lo eleva a contemplar – ver con el corazón – a Dios en su misterio Trinitario.
A de    apóstol
Manyanet fundó a los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José y a las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, con la misión de imitar, honrar y propagar el culto de la Sagrada Familia de Nazaret y procurar la formación cristiana de las familias, Llamado a presentar al mundo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, escribió varias obras y formas de devoción, como el Trisagio a la Sagrada Familia, fundó la revista La Sagrada Familia y promovió la erección, en Barcelona, del templo expiatorio de la Sagrada Familia, obra del arquitecto siervo de Dios Antonio Gaudí, destinado a perpetuar las virtudes y ejemplos de la Familia de Nazaret y ser el hogar universal de las familias. Estas iniciativas eran fruto de su contemplación y también de su sensibilidad social y eclesial.
El Espíritu forjó su personalidad para que fuera en la Iglesia testigo del misterio de salvación realizado en el seno de la Familia de Nazaret y le envió como mensajero del “Evangelio de la familia”. Su gran aspiración era que “todas las familias imiten y bendigan a la Sagrada Familia de Nazaret”; por ello, quiso hacer un Nazaret en cada hogar, una “Santa Familia” de cada familia.
Supo buscar siempre la creatividad apostólica que le llevó a crear nuevas formas para dar a conocer el evangelio. En el fondo, su principal apostolado fue su santidad que, como afirmó Juan Pablo II, tiene su origen en la Sagrada Familia.  

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