Esta orquesta, nacida de la
basura, es toda una lección de vida. De cómo personas soñadoras ven donde no hay,
y lo crean, y de cómo Dios ve también en mí una melodía cuando quizá yo no veo
nada reseñable en mi vida.
Los chicos de medios pobres han
descubierto la música. Una visión rápida y superficial diría que hay que
asegurar antes el bienestar material de toda esa gente. Y aunque es verdad, es
una verdad a medias. Quizá yo no puedo solucionar los grandes problemas…pero
puedo enseñar a volar y, a veces, dar alas.
Cuando sienta que mi existencia
es monótona, gris, y algo “abollada” siempre me queda pensar que Dios sabe
reciclarme.
Y aprender a que desechamos mucho
pero, a menudo, desechamos personas. Con
un comentario, con una crítica, con mi desconfianza…
El mundo es una melodía.
Reciclemos. Reciclémonos. Y dejemos que Dios nos recicle cada día.
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