viernes, 3 de enero de 2014

UN EVANGELIO PARA CANTAR



1       En el principio ya existía el Verbo
          y el Verbo estaba vuelto hacia DIOS
          y el Verbo era DIOS.
2        El estaba en el principio vuelto hacia DIOS.
3.       Todo llega a suceder mediante él
          y al margen de él no sucede cosa alguna.
4        Él era la vida de cuanto llega a suceder en él.
          y la vida era la luz de los hombres
          y la luz brilla en las tinieblas
5        y las tinieblas no la dominaron.
6        Hubo un hombre enviado de parte de Dios cuyo nombre era Juan.
7.       Éste vino como testigo para dar testimonio de la luz, para que todos
          creyesen por él.
8.       No era él la luz; vino sólo para dar testimonio de la luz.
9.       La luz verdadera era aquella
          que ilumina a todo hombre con su venida al mundo.
10.     En el mundo estaba
          y el mundo había sido hecho por él,
          pero el mundo no le conoció.
11.     Vino a los suyos
          y los suyos no lo acogieron.
12.     Pero a cuantos lo acogieron
          les dio poder para hacerse hijos de DIOS, a los que creen en su nombre,
13.     que no han nacido de sangre ni de deseo de la carne, ni de voluntad de varón,
          sino de DIOS.

14.     Y el Verbo se hizo carne
          y acampó entre nosotros
          y hemos visto su Gloria
          Gloria que recibe del PADRE como HIJO único,
          la plenitud de la gracia de la verdad.
15.    Juan da testimonio de él y sigue gritando:
         “Éste es de quien dije: ‘El que viene detrás de mí se pone delante de mí
          porque ya existía antes que yo.
16.    Pues de su plenitud hemos recibido todos
          una gracia en lugar de la otra gracia.
17.     Pues si la Ley fue dada por Moisés,
          la gracia de la verdad nos ha llegado por Jesucristo.
18.     A DIOS nunca lo ha visto nadie.
          El HIJO único vuelto hacia el seno del PADRE, él lo ha contado.

Para acercarnos al evangelio de este domingo es preciso cambiar el chip. No se nos va a narrar ninguna parábola, no se nos va a explicar ningún hecho de Jesús. Se nos va a invitar a cantar, con los primeros cristianos, nuestra fe en Jesús.
Lo que se llama “prólogo de Juan” pues está al comienzo de su evangelio es un himno antiquísimo de la primera comunidad cristiana. Dice Bouyer: El prólogo de san Juan es el más bello de los himnos cristianos primitivos. Una belleza que no es sino el resplandor de la verdad; una belleza que une el tiempo con la eternidad, porque nos muestra en una sola visión el estado eterno del Verbo y el hecho temporal de su venida.  
Este precioso himno se rezaba sobre enfermos y recién bautizados y muchos llevaban un fragmento del texto en su pecho, a modo de filacteria judía. Es un texto amado por los cristianos. Amado y cantado, sentido y vivido. Resume solemnemente toda la teología pues se alude al Génesis, a las etapas de la Revelación y a la plenitud de los tiempos, que llega con Jesús.
ETERNIDAD E HISTORIA SE ENTRELAZAN. Una de las características que más llaman la atención es la capacidad de “mezclar” conceptos sublimes con hechos cronológicos. Tras situarnos en el principio, en el origen, se contrapone luz y tinieblas y, a continuación, se aterriza en la historia humana: hubo un hombre, llamado Juan…
En mi vida cotidiana se derrama también la más alta teología. Me bastaría saborear cada día este evangelio para vivir mi oficina, mi aula o mi hospital como un nuevo Sinaí al que La Palabra viene constantemente.
NUESTRA MISIÓN: DAR TESTIMONIO.  Como Juan, los cristianos vivimos a diario la sorpresa de Dios. Es tarea nuestra no creernos luz sino mecha. La grandeza de Dios ha querido necesitar mi debilidad para poder encenderse y brillar. Un niño, que había visto vitrales que representaban santos, definió los santos como “hombres luminosos”. Hoy se me llama a ser testimonio de la luz, persona luminosa…
ACOGER/ RECHAZAR. La experiencia de los primeros cristianos cuando cantan este himno es que la Luz, poderosa e invencible, ha sido rechazada por muchos y acogida por pocos. Quizá porque para que la Luz empape las tinieblas y las ahuyente tengo que reconocer primero mis tinieblas. Sólo esa actitud abre la puerta a la Luz.
ANGELUS. Es costumbre cristiana hacer memoria cada día, tres veces de la Encarnación. Lo conocemos con el nombre de Angelus y repetimos las palabras de hoy: El verbo se hizo carne// Y acampó entre nosotros
Nada hay más contrapuesto que la palabra Verbo (Logos en griego) y carne. Como diría San Agustín es como encerrar en un hoyo hecho en la arena toda la inmensidad del mar…
Pero ese es el gran misterio que hoy canta toda la Iglesia. Este evangelio no debería leerse sino cantarse y danzarse. A falta de esa “liturgia” sería bueno que después de misa no nos fuéramos rapiditos a casa sino que nos quedáramos en la iglesia y, ante el Santísimo, lo volviéramos a saborear. Hasta que sea música en nuestro corazón.

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