Cuando uno
mira su propia vida, cuando ve los caminos torcidos y las sombras es cuando, en
el fondo, nos enfrentamos a la “idea” que nos hemos hecho de Dios.
¿Qué hacer
ante el pecado? ¿Avergonzarse?¿Entristecerse? ¿Molestarse? ¿Indignarse?. Todas
esas son unas primeras respuestas que
indican que aún seguimos mirándonos y no miramos a Dios. Si nos avergonzamos es
porque en el fondo pensamos que nuestra categoría humana se ha rebajado…si nos
entristecemos es porque nos falta esperanza y nos sentimos atrapados…si nos
molesta es porque nuestra imagen se ha roto y nos sentimos humillados…si nos
indignamos es porque nos tratamos como gigantes que no deberían haber sido
débiles…
El camino de
Nazaret ha de vivirse también en el momento en que me enfrento a mi pecado. Y
el camino de Nazaret es el del Abandono. No te preocupes de tu propio pecado,
de si es muy grande o es pequeño, de si te tiene atrapado o es puntual. Levanta
los ojos a Dios como un niño pequeño que lleva a su papá, con disgusto, el juguete
roto… y pídele que lo arregle.
No nos paremos
mucho a analizar, entreguemos nuestro pecado. Seguro que nos gustaría ofrecerle
maravillas pero en nuestra debilidad se
manifiesta su poder.
El repara los
corazones dañados, venda todas las heridas. Él ha venido a restaurar, es su
misericordia y su bondad lo que hay que mirar…y admirar. A Dios le gusta
perdonar y nunca rechaza “un corazón quebrantado y humillado”.
UN EJEMPLO
CURIOSO
Reflexionaba
sobre esto cuando he leído una noticia científica sobre el escarabajo pelotero:
“ Nadie diría que una criatura tan pegada a la
tierra, con un cerebro tan pequeño y una capacidad mental tan escasa puede ser
capaz de tener ciertos «conocimientos» astronómicos y depender de algo tan
majestuoso, pero la naturaleza es sorprendente. El escarabajo pelotero africano
ha resultado ser el primer insecto que utiliza las estrellas para orientarse y,
en concreto, el primer animal conocido que emplea la Vía Láctea. Aunque sus
ojos son demasiado débiles para distinguir las constelaciones, el escarabajo
utiliza el suave resplandor proveniente de la Vía Láctea para empujar su pelota
de porquería en línea recta y asegurarse de que no vuelve atrás al montón de
estiércol. Además, se ha descubierto que
se suben encima de sus bolas de estiércol para llevar a cabo una especie de
«baile» de orientación durante el cual intentan localizar fuentes de luz que
les indiquen el camino.”
Nunca me gustó
ese bicho pero hoy me enseña una profunda lección: también yo puedo, pese a mi
pequeñez, mirar las estrellas y orientar mi vida por la Luz. Y puedo usar mi
mal para encaramarme y crecer.
¿Creen ustedes
que Dios, que tanta ternura ha derramado en un escarabajo pelotero…no se
deshace de amor con nosotros cuando, simplemente, le miramos?
Me encanta este artículo. Siempre aprendemos de las cosas pequeñas y sencillas.
ResponderEliminar