martes, 10 de junio de 2014

EL DIOS DE MI RUTINA


La viuda de Sarepta llevaba tiempo preparando pan pero se agotó. Sólo cuando volvió  a amasar enviada por el profeta Elias, que habla en nombre de Dios, fue capaz de transmitir vida. Se salvan del hambre ella, su hijo y el profeta.

Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.(1Re 17,16)

El evangelio nos habla de dos pares de personas que son distintas a los ojos de Dios pese a hacer lo mismo:

Estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada. (Mt 24,40-41)


¿Qué es lo que ocurre? ¿por qué la viuda de Sarepta es capaz de hallar vida para sí y los que la rodean cuando amasa bajo la orden de Dios y antes se agotó su alcuza? ¿Por qué dos hombres que trabajan el campo y dos mujeres que muelen grano son radicalmente distintos?

Como siempre, el secreto está en Nazaret. La viuda de Sarepta y los que arando o moliendo son tomados por Dios son, simplemente, aquellos que han sabido dotar su rutina de profundo sentido.
La rutina nos envuelve. Cada día, más o menos, hacemos lo mismo. Pero vivida sin sentido es capaz de aplastarnos, como a Sísifo su roca; no obstante, vivir el día a día con amor convierte lo cotidiano en un espacio de Revelación, en “tiempo” de encuentro con el Señor. Y vivir, decididamente, el día a día desde la fe convierte la oficina, la cocina o la cátedra en un Sinaí.

La cotidianidad es la forja de toda persona. De vez en cuando vivimos un suceso extraordinario que nos hace celebrar o llorar. Pero la vida es repetición, ensayo constante…Jesús, José y María alcanzaron cotas insospechadas por el hecho de asumir su rutina. Santificaron lo simple, lo irrelevante, lo anodino hasta dejar claro que era, lo simple, lo irrelevante, lo anodino, la gran Palabra de Dios.

El poeta Mario Benedetti canta: uno tiene en sus manos el color del día…rutina o estallido.
Por eso Nazaret es casa encendida, estallido de luz para toda la humanidad. Y Jesús, enamorado de lo cotidiano, quiso quedarse en unas migas de pan y un poco de vino.
Jesús tiene vocación de cotidiano. Y en lo cotidiano lo encuentro. 

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