miércoles, 17 de junio de 2009

ACTITUDES DE NAZARET (III)

Tercera actitud: en ruta.

Los seguidores de Jesús fueron conocidos como los del Camino antes de recibir el nombre de cristianos. Jesús recorre pueblos, ciudades; siempre vive desinstalado y desinstalando. Una actitud que, sin duda, vivieron sus padres. Porque ser de Nazaret supone estar en ruta, caminar.
José caminó de su casa a la de María: fue éste el mejor camino, el de los inicios. Lo podemos imaginar con el corazón alborozado, iba a buscar a su esposa para iniciar la vida en común. Joven, enamorado y expectante ante el misterio. Con actitud humilde, pues sabe que María lleva ya el Misterio. José va a la búsqueda del Dios oculto en un vientre humano.
María camina de su casa a la de José. Es camino alegre también, pero doloroso. Deja la casa paterna, los suyos, para aventurarse en el camino de Dios. Es camino, ya, de docilidad.
José y María caminan de Nazaret a Belén. Camino de incertidumbre y preocupación pues el parto está cerca. Camino también alegre, que amenizarían con su conversación, con ratos de silencio, con cantos de salmos. Al final del camino, el Misterio hecho debilidad.
José y María caminan de Belén a Egipto. Huida para proteger al Niño, camino de dolor. Exilio, búsqueda de trabajo, adaptación a nuevas costumbres. Son los sin papeles de Dios.
José y María caminan de Egipto a Nazaret. Regreso a la patria pero para esconder al niño lejos de Arquelao. También Dios necesita raíces y Jesús va a Nazaret enraizándose en la historia de un pueblo que vive el menosprecio social. Va a Nazaret a crecer. Verbo definitivo y lema de todo Nazaret: crecer. En sabiduría y gracia.

Nazaret supone camino. Y camino es, sobre todo, proceso interior. Sea dolor o gozo lo que vivimos, si somos de Nazaret debe ser dolor y gozo en el Señor.

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